El París saint Germain ridiculizó al Barcelona en el partido de ida de los octavos de final de la Champions League al derrotarle por cuatro goles a cero. La debacle pudo ser mayor y la vuelta se vislumbra como un choque a la desesperada para seguir con vida en la competición.
La exigencia de la Champions League no permite en su catálogo saltar al terreno de juego para afrontar un partido al tran tran. Ese patrón puede servir para ganar al Alavés, Eibar o al Espanyol. Pero esto no vale frente al París Saint Germain. El Barcelona salió al césped del Parque de los Príncipe con la parsimonia habitual y enseguida se encontró con un rival que comenzó a soltar mamporros a diestra y siniestra.
El centro del campo del Barcelona hizo aguas. Ni Busquets ni Iniesta ni André Gomes fueron incapaces de sujetar el aluvión del juego del rival mientras los centrales se fueron aculando ante la visión contemplativa habitual de los de arriba. Así se vio el Barça. Roto, a merced de un extraordinario PSG. Intenso, rabioso, concentrado, convencido, ambicioso… fue hilvanando jugadas de peligro, desbaratadas en un primer momento por un gran Ter Stegen.
Desde el primer momento se veía venir que con tanto golpe no tardaría en llegar el gol. Y así fue. Una falta en la frontal fue bien ejecutada por Di María. El tanto dio alas al PSG, pero también picó el orgullo azulgrana. Neymar, el único decente en el primer tiempo, puso un balón clarísimo a André Gomes pero envió el balón contra el portero. Este arreón fue un espejismo porque los franceses no modificaron su guión. Simplemente se echaron atrás para buscar el contragolpe. En una de esas emboscadas, entre Rabiot y Verratti, Messi perdió un balón en el medio del campo y en un par de pases Draxler se quedó ante Ter Stegen. Segundo gol. Así se llegó al descanso.
No hubo cambio de decoración en la segunda. El Barcelona lejos de mejorar su imagen la empeoró. Y también el resultado porque solo había un equipo sobre el terreno de juego. Así fueron cayendo el tercero y el cuarto. Y pudieron ser más. Umtiti pudo hacer el tanto de la esperanza pero el balón se estrelló contra el palo.
