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Cómo luchar contra el envejecimiento celular

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Por nuestra forma de vida, de manera que no somos capaces de mantener a nuestro organismo lo suficientemente sano como para que alcance tales edades. ¿será posible que alguno de nosotros llegue a ver el siglo 22? El envejecimiento es acelerado por la pérdida de capacidad de las células para producir energía, la oxidación celular, la glicosilación de las proteínas y las alteraciones en el sistema inmunológico que nos protege de todo aquello que es dañino para nosotros.

Las cardiolipinas, la L Carnitina, el ácido lipoico y la coenzima Q10 son importantes para mantener la función y la integridad de las mitocondrias que, como ya te sonará, son los orgánulos de la célula que se ocupan de la producción de energía. Además disminuyen los niveles de radicales libres.

La L Carnitina tiene la capacidad de traspasar la barrera que separa a la circulación sanguínea general del cerebro. Es decir, la L Carnitina no puede llegar al cerebro, y la acetil L Carnitina sí. Además aumenta los niveles de testosterona (con dosis de 1 a 3 gramos por día).

El ácido lipoico es un antioxidante de amplio espectro que, además recicla a otros antioxidantes. Fundamentalmente incrementa los niveles de glutation reducido. Esto es importantísimo. El glutatión es un antioxidante que cuando disminuye favorece la proliferación de virus y células tumorales, y suele encontrarse bajo en enfermedades crónicas como son el SIDA o algunos cánceres.

La glicosilación es una forma anómala de reaccionar las glucosas con las proteínas y que producen depósitos en los órganos, que aceleran el envejecimiento y que son responsables, por ejemplo, de las arrugas y manchas del envejecimiento de la piel. Estas proteínas alteradas aumentan los radicales libres y favorecen la proliferación de los tumores. El aminoácido carnosina ayuda a frenar este proceso.

El sistema inmunológico es otro de los grandes caballos de batalla. Nuestro organismo tiene un montón d tipos de células diferentes que comprueban constantemente qué células son propias de nuestro organismo, cuales son dañinas, y cuales tienen que ser eliminadas. Lo cierto es que todos tenemos en nuestro interior hongos, bacterias, virus y células tumorales. Muchas células llamadas tumorales son incluso beneficiosas, ya que se alimentan de CO2 y esto es una ventaja para el organismo. El sistema inmune las mantiene a raya para que no se desarrollen en exceso y no puedan llegar a ser perjudiciales.

Ahora, pobres de nosotros como nuestro sistema inmune se equivoque o funcione débilmente o de forma exagerada. Cuando funciona poco estamos ante una inmunodeficiencia, y cuando funciona mucho se trata de una enfermedad autoinmune. El zinc, el selenio, la curcuma, el viscum album, las hojas de ortiga, etc, nos ayudarán a controlar a estas células.

Todo esto y, sin embargo, lo más importante es alimentarse bien. Lo fundamental es que los alimentos sean lo más natural posible. ¿Te has fijado en el monte cuando alguien deja tirada una botella de plástico o una bicicleta rota? Se quedan allí, ya que la naturaleza no tiene mecanismos para manipular esos residuos, de manera que los va acumulado. Si nos dedicamos a arrojar elementos que la naturaleza desconozca, finalmente lo que tendremos será un maldito basurero.

Por el contrario, si lo que dejas caer son unas migas de pan o unos trozos de fruta, rápidamente las hormigas, los pájaros, los hongos o las bacterias del suelo lo aprovecharán completamente. En el cuerpo humano ocurre exactamente igual. Si damos al cuerpo sustancias artificiales, no podrá manejarlas y las acumulará en depósitos en los tejidos grasos, en el hígado, las arterias, el riñón, etc. De este modo vamos creando un basurero interior que hace que las células vivan en un medio contaminado y poco propicio para permitir que nuestros tejidos alcancen esos 120 años que nos han prometido los científicos.

Las células tienen un núcleo que control al conjunto de la célula (igual que el cerebro de una persona o el gobierno de un país), unos sistemas de producción de energía, unos depósitos de nutrientes, una membrana que es su “piel”, unos sistemas de comunicación con las células vecinas. Es decir, en la naturaleza se repite el mismo esquema, pero a diferentes dimensiones.

La forma en que se organiza una célula es semejante a la de una persona, a la de una ciudad, a la de un país, a la de un planeta, a la del propio universo y, sólo Dios sabe a qué más. Este concepto se conoce como “fractalidad” y fue muy empleado en la física moderna de hace unos pocos años. Parece como si la medicina aún no hubiera llegado a él.

Mantén tu organismo tan limpio como te gustaría que estuviera el monte. No hagas de tu interior un basurero en el que las células se ahogan y luchan para sobrevivir de cualquier manera. La ecología empieza por uno mismo.

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