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El dolor de estómago amarga el sexo a los pandas

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Hace unos 2,5 millones de años, a los pandas gigantes, Ailuropoda melanoleuca, les gustaba comer de todo. Entonces, algo ocurrió que les llevó a abandonar su alimentación omnívora y a centrarse exclusivamente en los brotes, tallos y hojas del bambú. No está claro por qué sucedió, pero aparentemente, se adaptaron bastante bien: desarrollaron un falso pulgar con el que pueden manipular adecuadamente el alimento y su mandíbula se volvió más robusta. Sin embargo, distintos estudios han revelado que, en realidad, el proceso fue bastante chapucero; tanto, que podría estarles llevando inexorablemente a la extinción.

En 2015, un grupo de microbiólogos chinos reveló en la revista mBio, de la Sociedad American de Microbiología, que los pandas no solo presentan un aparato digestivo inadecuado para procesar las fibras vegetales –digieren menos del 20% del bambú que comen–, sino que, a pesar de alimentarse como un herbívoro desde hace tanto tiempo, su flora bacteriana sigue siendo la de un carnívoro.

Ahora, un equipo de investigadores de distintas instituciones estadounidenses coordinados por la bioquímica Candace Williams, de la Universidad Estatal de Mississippi, señala en un ensayo publicado en la revista Frontiers in Microbiology que su alimentación les causa graves problemas intestinales. Estos son aún peores en la época de cría, lo que podría estar afectando negativamente a su reproducción.

Tras estudiar los hábitos de Le Le y Ya ya, dos pandas del zoo de Memphis, en EE. UU., estos científicos se percataron de que cuando llega el verano, los pandas consumen muchas más hojas de bambú que de costumbre. Estas solo representan el 1% de lo que ingieren habitualmente, que suelen ser los tallos de esta planta, pero en agosto, esa cantidad aumenta hasta el 60%. Los investigadores observaron que durante esa transición, que se da precisamente cuando las hembras se quedan preñadas, la digestión de los pandas empeoraba significativamente. Es más, acababan experimentando tantos dolores que dejaban de comer y se volvían apáticos.

En ese tiempo, los pandas producen unas masas fecales viscosas conocidas como mucoides en las que los científicos han encontrado una mayor diversidad bacteriana de lo habitual, aunque, aun así, en ellos es inusualmente baja, para tratarse de un herbívoro.

“Es posible que su dieta esté causando una fuerte reacción interna, que provoca una respuesta inflamatoria”, señala Garret Suen, un experto en bacteriología de la Universidad de Wisconsin-Madison que ha también ha participado en este estudio. “En esencia, parece que los pandas mudan su revestimiento gastrointestinal para permitir la sustitución de estos microbios. Es como reiniciar el microbioma”, recalca. Candace y sus colaboradores creen que es necesario analizar más a fondo este asunto, pues, según indican, existe un nexo entre el modo en que funciona la flora bacteriana de estos animales y su reproducción.

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