El Papa Francisco realizó una visita al Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, ubicado en la zona centrosur de la capital chilena, la primera que efectúa a una cárcel de mujeres en su pontificado.
El Papa llegó en un automóvil cerrado junto a su comitiva y, ya en el interior del recinto saludó a varias internas que están encarceladas con sus hijos menores de dos años de edad y a una embarazada.
Luego ingresó a un gimnasio donde era esperado por poco más de 400 mujeres que cumplen condena, muchas de ella agitaron pañuelos blancos y acercaron a sus hijos al obispo de Roma para que los tomara en brazos, besara y les impusiera una bendición.
El lugar, donde están internadas 595 mujeres, estaba adornado con “grullas de la esperanza” y flores de colores, mientras que desde el techo colgaban cintas de papel con frases que el Papa ha pronunciado en sus visitas a otras cárceles.
En la actividad, a la que asistió la presidenta chilena Michelle Bachelet, la capellana de la cárcel, Nelly León, y la reclusa Jeanette Zurita saludaron al Papa y agradecieron su visita.
Zurita dijo que “entendemos que por nuestras malas decisiones arrastramos a nuestros hijos a vivir presos, presos de sus sueños truncados”, tras lo cual acotó que “pedimos perdón a los que hemos herido con nuestro delito. Sabemos que Dios perdona, pero queremos pedirle perdón a la sociedad”.
Tras el canto de un himno creado para el Papa por las internas, Francisco agradeció “la oportunidad que me dan para visitarlas, es importante compartir este tiempo con ustedes” y valoró el pedido de perdón expresado por la representante de las reclusas.
Al término de sus palabras, y por primera vez en forma pública en esta visita a Chile, el Papa Francisco dijo “y por favor, les pido que recen por mí, porque lo necesito”.