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Motos café racer

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“Hay algunas cosas en este mundo que nadie necesita, y una café racer de 900 cc, de un rojo brillante, jorobada e hipersónica es una de ellas. Pero de todas formas yo quiero una, y algunos días realmente creo que la necesito”. Así iniciaba el carismático escritor Hunter S. Thompson, creador e icono del periodismo gonzo, su artículo Song of the Sausage Creature, que concluía con una original petición del autor: que, el día de su muerte, grabaran en su lápida la frase “Nunca fue demasiado rápido para mí”.

No en vano, estética y velocidad se combinan, como un cóctel explosivo, en esta tendencia customizadora que se inspira en las motos de los roqueros ingleses de la década de los 50. Aquellos jóvenes de clase obrera, procedentes de metrópolis como Londres, Birmingham o Manchester, se encargaban de mejorar las prestaciones de sus motos –normales, económicas y, en general, de cilindrada modesta– para transformarlas en monturas únicas y muy rápidas.

Estos locos de la velocidad instalaban manillares deportivos, sustituían los depósitos por otros de mayor capacidad, retrasaban las estriberas para que la postura del piloto mejorara la aerodinámica… En definitiva, lo que estuviera en su imaginación y sus manos para hacer volar a la bestia sobre el asfalto. Y, por supuesto, aquellas cuestiones que se consideraban superfluas, incluido ese sobrevalorado bien llamado comodidad, se sacrificaban en aras de mejorar la velocidad y agilidad de la moto tuneada.

Corre la leyenda urbana de que el nombre de café racer se debe a una de sus actividades favoritas: las carreras de discos que los propietarios de estas motos organizaban en su particular procesión de bar en bar, y que no debían prolongarse mucho más de los dos o tres minutos que duraba una canción en la gramola del local de partida.

Ese espíritu rebelde propio de los años 50 y 60 se ha perpetuado en el tiempo, ha llegado hasta nuestros días y en España, como en otros muchos lugares del mundo, gana cada vez más adeptos. Aquí, empresas como Cafe Racer Obsession, Cafe Racer Dreams o Valtorón están especializadas en customizar este tipo de motos vintage a medida, trabajando sobre modelos base clásicos, neoclásicos o modernos, pero siempre asegurándose de que las modificaciones se podrán homologar y, por tanto, serán cambios legales.

Triumph Bonneville, BMW clásica, Kawasaki Z 750, Triumph Scrambler o Yamaha SR 250 son solo algunos de los modelos base con los que los constructores de motos suelen trabajar, y el resultado final, tras pasar por las manos de estos auténticos artesanos del metal, es tan único que las máquinas terminan convirtiéndose en obras de arte rodantes.

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