La historia de Miami Beach es la de sus playas bajo un invencible verano y la icónica imagen de sus coloridos puestos de socorristas, con ese aire retro que el arquitecto estadounidense William Lane ha sabido preservar en los actuales tras el paso devastador del huracán Andrew en 1992.
Alegres y optimistas, su estética y formas abstractas y el uso de colores llamativos (rosa, amarillo, naranja o púrpura) han convertido estos puestos de salvavidas no solo en un atractivo turístico añadido, sino en un referente del arte urbano.