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¿Podría Trump abandonar la carrera electoral?

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Por: Salvador Cosío Gaona

El presidente Donald Trump no ha sabido contener y menos manejar el asunto relacionado con la muerte de George Floyd, que ha derivado en decenas de protestas por toda la Unión Americana y otras ciudades del mundo. Contrario a tener una reacción empática desde un primer momento para con la comunidad afroamericana permitió que el enojo y la furia escalara de manera exponencial y ha perdido, si bien no el control, sí muchas oportunidades para generar condiciones que le permitiesen ganar votos (como es su objetivo) con sectores que le serían de gran ayuda el próximo 3 de noviembre en que se espera contienda en busca de su reelección, aunque al paso de los días esa posibilidad parece esfumarse a pasos agigantados y ya no se sabe a ciencia cierta si siquiera su nombre llegará a estar en la boleta. 

Y es que ha sido muy grave el tropiezo de Trump en esta ocasión. Una muestra de lo que está ocurriendo es que para recordar la ultima vez que en el vecino país del norte se registraron disturbios de la magnitud de los que se han visto en los últimos días a causa del asesinato del afroamericano George Floyd de 46 años tras ser sometido por un policía blanco hasta desfallecer, tendríamos que remontarnos a 1968, cuando miles de personas salieron a manifestarse y protestar tras el asesinato del líder por los derechos civiles Martin Luther King Jr. Aquel episodio provocó una oleada de motines raciales en más de un centenar de ciudades de los Estados Unidos que provocaron numerosas muertes y obligaron a la intervención de la Guardia Nacional. Ante lo ocurrido cinco días más tarde, el presidente Lyndon Johnson decretó un día de luto nacional (el primero por un afroamericano) en honor de Martin Luther King.

Pero contrario al presidente Johnson, Trump respondió con la soberbia y prepotencia que le caracteriza calificando de “terroristas” a manifestantes y soltando frases como: “Cuando empiezan los saqueos, empiezan los tiroteos”. 

Luego de casi dos semanas de ocurrido el homicidio, ha habido manifestaciones callejeras en alrededor de 100 ciudades y en más de 40 de estas han sido establecidos toques de queda. Muchas protestas han derivado en disturbios, enfrentamientos, saqueos y detenciones.

La situación también ha llevado a recurrir a la Guardia Nacional (una fuerza militar que EE.UU. reserva para emergencias), que hasta el lunes había desplegado más de 16.000 efectivos en 24 estados y Washington D.C.

Un recuento hecho por BBC Mundo, observa los factores que han llevado a esta ola de manifestaciones sin precedentes en medio siglo.

1. Una muerte que son muchas

La escena de la detención de Floyd, que derivó en su muerte, en la que un policía que lo tiene sometido permanece arrodillado sobre su cuello mientras él dice que no puede respirar, es considerada como el disparador de las protestas.

Eso fue el catalizador, lo que realmente llevó a la gente a las calles», señala Mundo Ashley Howard, profesora asistente de Historia y Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de Iowa.

La experta, sin embargo, destaca que esa muerte no ocurre en el vacío, sino en un contexto en el que las comunidades negras están constantemente sometidas a una excesiva vigilancia policial.

Esta situación ha llevado a una paradoja que Julian Zelizer, historiador político de la Universidad de Princeton, resume señalando que estas personas viven con miedo «porque se sienten vulnerables ante quienes se supone que deberían protegerlos».

Es usual encontrar quejas de ciudadanos afroestadounidenses en redes sociales expresando su malestar porque sienten que la policía les detiene por el simple hecho de ser negros.

Más allá de su percepción de ser discriminados, hay datos duros que sugieren que tienen razones de peso para preocuparse por las fuerzas del orden.

«Las personas negras tienen 3,5 veces más probabilidad que las blancas de morir a manos de la policía cuando no están atacando ni tienen un arma. Los adolescentes negros tienen 21 veces más probabilidades que los blancos de morir por agentes de policía. La policía mata un negro cada 40 horas», escribió en un artículo Rashawn Ray, investigador del Brookings Institution, un centro de estudios con sede en Washington D.C.

«Uno de cada 1.000 negros muere a manos de la policía. Y, pese a lo impresionantes que son, estas estadísticas representan una mejoría en relación con el pasado. Estas estadísticas son la razón por la cual desde Minneapolis a Los Ángeles hay gente protestando, marchando y causando disturbios», agregó.

Parte de la respuesta a esta situación se ha venido articulando a través del movimiento Black Lives Matter, surgido en 2013.

«Cada vez más gente entiende lo que está ocurriendo, que esto es un problema sistémico y no un evento aislado. No es solamente una manzana podrida en un cuerpo de policía. Es un problema estructural mayor», apunta Howard.

2. Racismo estructural

Pese a todo, los posibles excesos policiales en su contra no son el único motivo de preocupación para los afroestadounidenses ni el único motivo para protestar.

«No podemos dejar de lado que hay profundas desigualdades en Estados Unidos que afectan la vida cotidiana de los afroestadounidenses. Estas son el origen de que haya disparidades en cada una de las medidas significativas de la vida de los afroestadounidenses, desde la mortalidad materna, hasta las diferencias de ingresos y en la riqueza que pasa de una generación a otra», indica Howard.

La experta refiere que los negros en Estados Unidos también van a la cárcel en una tasa mayor que los blancos y que otras comunidades; y que también hay diferencias en la calidad de la educación que reciben.

«Todas estas cosas están continuamente en el trasfondo. Es simplemente tener conciencia del hecho horrible de que tu vida puede ser borrada en cualquier momento. Eso también es algo que impulsa a la gente a salir a las calles», añade.

3. Una pandemia que discrimina

Las protestas callejeras se producen en un momento en el que Estados Unidos ha sido duramente golpeado por la pandemia de covid-19, causando más de 100.000 muertes y dejando sin empleo a unos 40 millones de trabajadores.

«Sabemos que los afroestadounidenses sufren con esta enfermedad de forma desproporcionada. Ellos se están enfermando y muriendo a tasas más altas que el resto de estadounidenses. Eso está documentado. Ellos también están más expuestos debido al tipo de trabajo que realizan, pues están en primera línea como asistentes sanitarios, conductores de autobús, empleados de tiendas o de oficinas postales. Todos esos trabajos esenciales son cubiertos con frecuencia por personas negras, lo que potencialmente los pone en mayor contacto con la enfermedad», afirma Howard.

Según la experta, la pandemia ha empeorado los problemas derivados del racismo estructural al afectar cómo la gente puede hacerle frente.

«¿Tienen acceso a atención médica?, ¿pueden tomarse el día libre en el trabajo si se sienten enfermos?, ¿les pagan ese día sin trabajar?, ¿tienen hospitales y médicos en sus comunidades a los cuales recurrir?, ¿si se enferman, tienen apoyo para el cuidado de los niños? Todos estos tipos de racismo sistémico y estructural que los afroestadounidenses enfrentan cotidianamente se exacerban en una crisis como la de esta pandemia», apunta.

Julian Zelizer cree que la pandemia ha tenido un papel muy importante en impulsar las protestas callejeras aunque no sea su causa principal.

«Históricamente las protestas violentas ocurren en el verano, cuando hay calor y la gente está incómoda y tensa, especialmente si viven en lugares llenos de gente. No tengo duda de que simplemente vivir esta pandemia del covid-19, que golpeó de forma más dura a muchos afroestadounidenses, generó mucho malestar. Estoy seguro de que la manera como se vivió esto de forma distinta para una parte de la comunidad afroestadounidense avivó la rabia sobre cómo funciona la sociedad estadounidense y creo que el temor por los empleos dejó a mucha gente molesta, lista para protestar», afirma.

4. La respuesta de la Casa Blanca

Zelizer señala que estos factores se sumaron a una respuesta inapropiada por parte del gobierno de Donald Trump, creando «una mezcla inflamable».

«(Trump) No ha ayudado para nada. Hay distintas cosas que los presidentes pueden hacer en una situación como esta pero, en general, la respuesta ha sido provocar violencia en contra de las protestas», dice.

El experto cuestiona los llamados del mandatario a la ley y el orden, señalando que Trump se hizo eco de una frase según la cual «los saqueos llevan a tiroteos», lo mismo que decían «algunas de las voces más reaccionarias» de la década de 1960.

«Necesitas un presidente que llame a la calma pero que también escuche y responda a las causas de lo que está ocurriendo», afirma Zelizer.

«Trump no ha hecho nada de eso», concluye.

El polémico presidente del vecino país del norte vive sin duda sus horas más aciagas en la Casa Blanca, ni siquiera el haber enfrentado un impeachment meses atrás le hizo tanto daño a sus aspiraciones en la carrera presidencial. Hoy en día, se le acumulan por decenas de miles los enfermos y muertos por una pandemia, decenas de millones de ciudadanos se encuentran en situación de desempleo, mantiene frentes abiertos con enemigos potencialmente peligrosos como China y decenas de ciudades viven un toque de queda ordenado por las autoridades ante los disturbios y saqueos registrados tras el homicidio de Floyd. La resistencia de Trump está pues a prueba y veremos cuánto más puede aguantar antes de anunciar su retiro de la contienda electoral. Al tiempo. 

Opinió[email protected]

@salvadorcosio1

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