Las colinas de Chocolate –tsokolateng burol, en tagalo–, denominadas así porque su cobertura de hierba verde adquiere un color marrón al secarse entre diciembre y mayo, están en Bohol (Filipinas) y se componen de unas 1.260 colinas, repartidas en más de 50 kilómetros cuadrados.
Estas colinas cónicas, que están separadas por llanuras planas y contienen numerosas cuevas y manantiales, son similares a otras de roca calcárea que hay en Eslovenia, Croacia, Puerto Rico o Cuba.
Se trata de una forma de relieve característica de ciertos paisajes kársticos, es decir, surgidos a partir de una combinación de la disolución de la roca por efecto de la lluvia, las aguas superficiales y las subterráneas.
Originariamente los componentes que la forman se depositaron en el mar por acumulación de esqueletos calizos de organismos marinos (corales, moluscos…) y después, durante el Plioceno, hace unos cinco millones de años, la roca calcárea fue fracturada y elevada sobre el nivel del mar a causa de procesos tectónicos.