Por: Verónica Juárez Piña
Mientras escribo este artículo, los 10 trabajadores de la mina El Pinabete, de Sabinas, Coahuila, continuaban atrapados ante el aumento de la inundación que provocó el accidente; mientras que el operativo de rescate había sido suspendido al no haber condiciones para entrar hasta el lugar donde podrían encontrarse las víctimas.
De todo corazón, espero que las tragedias ocurridas en las minas de Pasta de Conchos (2006), donde murieron 65 personas; del propio municipio de Sabinas (2011), que acabó con la vida de 14 mineros; de la de Progreso (2012), en la que fallecieron seis trabajadores; de Múzquiz (2021), que tuvo como resultado siete mineros fallecidos y de tantas otras que han ocurrido en Coahuila, no se repitan y que los trabajadores de El Pinabete sean rescatados. Lo que sigue repitiéndose son las causas que dan origen a estas lamentables tragedias.
De acuerdo con el Colectivo Pasta de Conchos, el accidente de la mina de Sabinas, da cuenta de que las condiciones estructurales que ocasionaron los hechos de Pasta de Conchos no se han revertido, pues sigue prevaleciendo la falta de inspecciones, la complicidad con las empresas, y la desprotección de los trabajadores, que son las principales razones por los cuales, una y otra vez, ocurren los accidentes en la zona carbonífera de Coahuila.
En casi todos los casos, hay un patrón que se repite, esto es, la negligencia de las autoridades, pues la Secretaría del Trabajo y Previsión Social incumple con su obligación de inspeccionar de manera frecuente las minas para verificar la seguridad de su operación, al tiempo que se hace de la vista gorda respecto a la responsabilidad de las empresas de cuidar la seguridad y la protección de los trabajadores.
El otro factor es la corrupción. En muchos casos, como parece ser el de Sabinas, los concesionarios de las minas son actores políticos o empresarios que tienen vínculos con grupos políticos, lo que aprovechan para no cumplir las mínimas condiciones de seguridad y evadir la ley, poniendo en riesgo la vida de los trabajadores.
Desafortunadamente, en el caso del accidente de Pasta de Conchos, la mayor tragedia en la zona carbonífera de Coahuila, y El Pinabete, hay un paralelismo. Por ejemplo, durante mucho tiempo antes de los sucesos, había alertas de las condiciones de inseguridad que prevalecía en las minas, pero ni las autoridades ni los concesionarios, reforzaron las medidas de seguridad.
Respecto a Pasta de Conchos, de acuerdo con un informe del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, las familias y organizaciones acompañantes advirtieron que la razón de la suspensión del rescate obedeció a que “se evidenciarían las pésimas condiciones de trabajo en la mina y esto acarrearía sanciones penales, económicas e incluso el retiro de las concesiones” a Grupo México, de Germán Larrea.
En relación al accidente de El Pinabete “desde hace más de tres años y medio, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alertó sobre el riesgo que la modificación de cauces de agua, por parte de la industria minera, significaba para trabajadores y zonas habitacionales aledañas a las minas, debido a la explotación ilegal de carbón en Sabinas, Coahuila.” (La Razón, 05/08/2022)
Otra lamentable coincidencia es la lentitud y negligencia con la que actuaron los distintos niveles de gobierno. Es absolutamente absurdo que, a 15 día del accidente en El Pinabete, la Coordinadora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, ande buscando la validación, por parte de especialistas de otros países, de una estrategia de rescate que no ha funcionado, en lugar de buscar alternativas viables para llegar lo más pronto posible a donde podría encontrarse los 10 mineros.
Si bien es cierto que la prioridad en este momento es el rescate de los trabajadores, es importante que la Fiscalía General de la República haya abierto una investigación por posibles delitos de carácter federal vinculados con el derrumbe de El Pinabete. Es necesario que las autoridades cumplan su responsabilidad para evitar las tragedias que se repiten en la zona carbonífera de Coahuila. Estos accidentes son evitables cuando se prioriza la seguridad de los trabajadores.
Hay que erradicar la impunidad, pero también el protagonismo, porque la promesa de López Obrador de rescatar los cuerpos de los trabajadores de Pasta de Conchos sigue sin cumplirse, ojalá que no sea el caso de El Pinabete.