El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, aseguró que “ahora más que nunca nuestro deber compartido está claro: defendamos los derechos humanos de todas las personas en todo el mundo”.
Advirtió que los derechos humanos están bajo asedio en todo el mundo, los valores universales se erosionan y el Estado de derecho se debilita.
El director del Centro de Información de los Derechos Humanos (CINU), Giancarlo Summa, leyó el mensaje de Guterres en el marco del conversatorio “A siete décadas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, organizado en el Museo Memoria y Tolerancia.
En el documento, explica que “durante 70 años la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha sido la luz que guía el mundo, la antorcha de la dignidad, la igualdad y el bienestar. Un rayo de esperanza en medio de la oscuridad”.
“Los derechos humanos son universales y eternos, también son indivisibles”, expresó al hacer un homenaje a quienes defienden los derechos humanos y arriesgan la vida frente al odio, la intolerancia, el racismo y la represión.
En el acto el representante en México de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Jan Jarab, opinó que la indiferencia y la normalización de la violencia permiten la comisión de violaciones graves de derechos humanos de todo tipo.
Ante ello “sigamos defendiendo los derechos humanos y sigamos apoyando a nuestras defensoras y defensores”, resaltó en la víspera del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Recordó que las y los defensores no han perdido su capacidad de indignarse, su perseverancia, su tenacidad y valentía frente a la violencia que afecta al país, por el contrario mantienen empatía, humanismo y solidaridad con las víctimas.
El periodista José Reveles opinó que “no se puede hablar del futuro sin reconocer lo sucedido en el pasado”, pues los hechos de represión y autoritarismo que se vivieron durante el movimiento estudiantil del 68 se viven hasta el día de hoy al igual que “la criminalización de activismo social”.
Ximena Antillón, de Fundar Centro de Análisis e Investigación, anotó que la lucha de las y los defensores de derechos humanos es hacia afuera al exigir justicia para las víctimas, y hacia dentro cuando la rabia que ocasionan las graves violaciones de derechos humanos se convierte en motor para seguir adelante.
Grace Fernández, del Movimiento por Nuestros Desaparecidos, destacó la urgencia de que las víctimas alcancen la justicia; “perdón no es justicia”, dijo; y a pregunta expresa vislumbró en tres décadas la erradicación de las desapariciones, la discriminación, las violaciones, el maltrato y la tortura.
Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, precisó que las heridas se cierren con justicia y verdad, al resaltar que no basta contar con leyes sino que éstas se cumplan en beneficio de todas las personas.
Estela Ángeles Mondragón, defensora ecológica de la sierra de Chihuahua, y quien cuenta con medida cautelares emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se pronunció porque los tribunales agrarios cuenten con un intérprete traductor en “todos aquellos lugares donde se pare un indígena”.
Alfredo Xicoténcatl Carrasco, de la Casa del Migrante de Saltillo, confió en que la labor de las y los defensores permitirá heredar un mundo mejor a las próximas generaciones.
