La leyenda del viaje de los mexicas, después de morir, por las nueve regiones del inframundo dio origen a una de las tradiciones más importantes y significativas de la identidad mexicana
Todo inicia con los mexicas, el pueblo indígena dominante de la época prehispánica mexicana.
Se decía que al morir viajaban través de las nueve regiones del inframundo, el “Mictlán”, una leyenda que representa la base del festejo moderno del Día de Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre.
Regiones que los “simples mortales” tenían que superar para alcanzar el descanso eterno, los niños, mujeres y guerreros iban directamente al cielo.
Todos los demás tenían que cruzar estos nueve niveles para poder llegar al descanso de sus almas, a la cual le decían el ‘tonalli’.
Para los mexicas, el Mictlán era el lugar de los muertos, donde los fallecidos atravesaban durante cuatro años por un proceso de “desapego” ya que debían dejar el cuerpo y las emociones a su paso por los nueves regiones existentes para alcanzar la paz.
Los distintos niveles eran obstáculos que las personas debían superar.
En el primer nivel había un río que las personas cruzaban con ayuda de un, pero xoloitzcuintle que solo auxiliaba a quienes habían tratado bien a los animales en vida.
Después, se metían a cuevas, escalaban montañas de obsidiana, resistían fríos vientos, perdían la fuerza de gravedad, recibían flechazos, un jaguar les abría el pecho para comerse su corazón y llegaban a una laguna de aguas negras antes de alcanzar la novena etapa.
El último nivel representa el paso de nueve ríos. Era como encontrarse con todas las emociones y dejar todas esas partes atrás y como de cierta purificación.
El agua significa vida, pero también de alguna manera pureza. Entonces se llegaba al lugar donde ya se descansaba.