El especialista Francisco José Gutiérrez Rodríguez manifestó que en la época decembrina existen una serie de factores de riesgo que pueden llegar a detonar en una depresión.
Agregó que los trastornos del estado de ánimo en sus diferentes modalidades pueden darse a lo largo de todo el año, “la gente se deprime en el frío como en el calor, sin embargo, en la época decembrina hay una serie de factores de riesgo que van determinando que la persona pueda llegar a sentir depresión”.
El jefe del Departamento de Psicología Básica del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara (UdeG) citó, como ejemplo, los procesos de duelo, “es cuando se recrudecen las ausencias, sea por divorcio o por separación, o por fallecimiento de un amigo o familiar”.
Dijo que a través de las llamadas telefónicas para intervención en crisis en fin de año “las personas dicen que se quedaron solas en casa porque el resto de la familia se fue a otros lugares, y al quedarse la ama de casa o el abuelo solos en el hogar experimentan esa situación de abandono”.
Indicó que, si bien es cierto que en la época decembrina “podemos encontrar fiesta, algarabía y posadas, también hay mayor consumo de alcohol, y la ingesta de bebidas alcohólicas favorece la aparición de cuadros depresivos, ya que se recrudecen muchos de los estados anímicos que la persona ya venía reprimiendo”.
Gutiérrez Rodríguez mencionó que, al recibir sus aguinaldos, “una de las primeras sensaciones que tiene la gente es creer tener dinero de más y no dinero adelantado”
“También están las llamadas necesidades creadas, donde el consumismo y la enajenación llevan a la persona a la depresión, en caso de no tener suficiente dinero para regalar, porque muchos de los afectos se materializan y con ello surgen una serie de frustraciones por no poder hacerlo”.
Añadió que en la actualidad los niños ya no se conforman con un juguete, “sino quieren un celular, una tablet, televisión, videojuegos, y estas necesidades van haciendo mella en las expectativas de los hijos y en el poder adquisitivo de los padres”.
Destacó que aunado a diciembre “viene la cuesta de enero, donde mucha gente festejó, celebró, compró y supuestamente aprovechó el buen fin, pero ahora vienen los pagos, porque muchos compran en diciembre porque les dicen que iniciarán sus pagos hasta enero, pero son sólo 15 días de diferencia entre su compra y el primer pago”.
“Entonces viene la cuesta de enero, donde la gente tiene que empeñar alhajas y electrónicos, y tratar de sobrevivir por lo menos hasta la siguiente quincena que pueda recibir dinero de la quincena”.
El especialista apuntó que en esta época del año las personas pueden estar más sensibles, ya que hay altas expectativas de lo que se espera.
Comentó que muchas “de las peleas que ocurren en las familias es por no planificar, algunas personas el brindis y la celebración les agarra en la vía pública, entonces empiezan los pleitos y con ello detonan una serie de factores de riesgo”.
“Mientras en otros meses del año tenemos alrededor de 23 suicidios, en los meses diciembre y enero tenemos hasta 33 suicidios, esto rebasa la cifra de uno cada 24 horas”.
Detalló que los factores de riesgo son muy diferenciados, en el caso de los niños es por el maltrato físico, psicológico, el bullying, “en el caso de los adolescentes está este modelo de amor cosificado y si hay rupturas amorosas la persona amenaza con quitarse la vida y en algunos casos lo concretan”.
Resaltó que en las personas de la tercera edad “podemos encontrar el abandono, la jubilación, la etapa del nido vacío o el diagnóstico de alguna enfermedad incapacitante, invalidante o dolorosa”.
Gutiérrez Rodríguez señaló que los problemas familiares y/o económicos “son algunos factores de riesgo documentados y que se recrudecen en esta época decembrina”.
Subrayó que “si percibimos algún tipo de comportamiento que ha cambiado en nuestros hijos, pareja o compañero de trabajo, si empezamos a notar aislamiento, a verlo regalar pertenencias, despedirse en vida, fantasear con lo que se siente morir, pesadillas o sueños con alto contenido de muerte, es muy recomendable trabajar los primeros auxilios psicológicos”.
Precisó que los primeros auxilios psicológicos son: “mantener la calma, tratar de hablar con la persona siendo ella la que hable, no saturarle de preguntas sino dejar que se exprese y exteriorice, no pelear, no darle nuestras razones por las cuales nosotros viviríamos sino buscar en la persona qué le detendría de atentar contra su vida”.
“Esto nos lleva a preguntar a la persona si por su cabeza ha pasado la idea de dejar de existir, mucha gente tiene miedo de preguntar esto por no saber qué hacer, pero en la medida que conozcamos la hora, el día, el método, si la persona ya lo tiene elaborado, podemos prevenir”.
El experto aclaró que los primeros auxilios psicológicos son sólo en tanto la persona recibe ayuda especializada.
Actualmente en diversos estados de la República está activado el 911 “o hay algunos servicios de intervención en crisis que tienen lada 01800, en el caso de Jalisco es 018002274747, es lada sin costo y donde se puede brindar atención a través del servicio de intervención de crisis del gobierno del estado”, dijo.
Por elo, recomendó pedir ayuda especializada, “además de no prometer nada de lo que no seamos capaces de cumplir, si prometemos dedicarle algún tiempo de calidad o que le vamos a llamar a la persona, verdaderamente debemos cumplir”.
Asimismo, propuso establecer un círculo de confianza no censurando, “no dar consejos inmediatistas, sino tratar de ir persuadiendo de la importancia que tiene recibir una atención profesional”.
“Si hay un intento ya de suicidio y no lo logró, la norma oficial mexicana establece como obligatorio el tratamiento farmacológico, psicoterapéutico y la orientación familiar, es muy importante sensibilizar a la familia sobre el trato que se le debe dar al familiar”.
Manifestó que hablar del tema de la muerte “nos debe llevar a hablar del tema de la vida, con qué calidad queremos vivirla, no seguir posponiendo situaciones que sabemos que cotidianamente nos deprimen”.
Indicó que se pueden hacer acciones de reorientación anticipatoria, “si usted se queda en casa sólo ahora invite a un vecino, o pida a vecinos o familiares que lo inviten, no se quede ahí, si la persona pasa por un estado de vulnerabilidad moderar el consumo de alcohol, así como moderar el consumo de bienes y servicios de tal manera que la cuesta de enero no sea una situación de desesperación”.“
Está en nosotros y no sólo en las instituciones tratar de prevenir un problema tan complejo como es el suicidio, pero vale la pena vivir”, concluyó.
