Por: Salvador Cosío Gaona
Terminó el proceso electoral en Los Estados Unidos de América y contra la mayoría de los pronósticos, porque hubo quienes sí pensaron y así lo externaron que podría suceder, ganó la elección por la Presidencia de esa vecina nación al norte el patán y palurdo mercader neoyorquino sicofante de la política llamado Donald Trump, que fue candidato del Partido Republicano y quien venció a la que fue digna abanderada del Partido Demócrata la Señora Hillary Rodham-Clinton.
Aunque obtuvo menos votos directos en la elección, Trump fue beneficiado al obtener mayoría en estados clave que le adjudicaron votos electorales suficientes para aventajar por más de 60 a Rodham-Clinton.
Al tener Los Estados Unidos de América con nuestro país 3 mil 142 kilómetros de franja fronteriza y una intensa actividad económica, además que un poco más de 34 millones de personas de origen mexicano habitan al norte del río Bravo, representando un porcentaje aproximado del 11% de la población de esa nación vecina al norte, son razones suficientes para que exista preocupación en cuanto a las consecuencias del resultado de la jornada electoral ocurrida en ese país que es el mayor referente socioeconómico para México y los mexicanos.
En las últimas décadas no se habían presentado frente a frente y en forma tan altamente competida dos candidatos tan antagónicos, con un talante, una trayectoria y una visión tan distintas. Otras elecciones ponían en contraste ideologías, pero nadie dudaba que ganase quien ganase, el rumbo de la primera potencia mundial no sufriría un cambio brusco porque de cualquier manera había componentes para garantizar continuidad y estabilidad en lo básico.
Dadas las condiciones de inexorable vinculación entre ambos países, causó gran preocupación y terror el contenido del díscurso ofensivo, rabioso, promotor de odio y ataque contra los mexicanos reiteradamente expresado por el patan y palurdo mercader neoyorquino sicofante de la política llamado Donald Trump, candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de la vecina nación norteña, resultando lógico el temor por las consecuencias de la eventual victoria del payaso lenguaraz y nefasto aspirante a político, en un escenario en el que podrían producirse expulsiones o deportación masiva, segregación mediante la edificación de un gigantesco muro fronterizo y el estrangulamiento de la relación comercial bilateral entre ambos países, causarían el colapso financiero de México y el grave quebranto y depauperamiento de la calidad de vida de los 120 millones de habitantes que poblamos este de por sí sufrido país, una nación con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita cinco veces menor que el del promedio de los pobladores del país vecino, siendo el segundo socio comercial de Los Estados Unidos de América y el primer destino de las exportaciones de Texas, Arizona y California, además del segundo mercado para otros 20 estados, con la anotación clave en cuanto a que 6 millones de empleos en la nación vecina dependen del comercio con México y el flujo comercial entre ambos países es de un millón de dólares por minuto, de ahí que los posibles conflictos estarían generado una inmensa tensión entre los dos países, mayor a la que se generó con motivo de la guerra mediante la cual el gobierno norteamericano se anexó Texas en 1846.
Trump superó el límite de la decencia pública, nunca se había visto a un candidato amenazar al otro con llevarle a la cárcel y pronunciar una sarta de sandeces y ofensas alevosas en televisión o incitar a miles de personas a corear consignas en un mitin contra una nación vecina y socia comercial como lo es nuestro México. Ataques e insultos fueron el sello de la campaña del mequetrefe aspirante a Político, siendo México uno de sus blancos predilectos, pues el candidato republicano llamó a los mexicanos “violadores” y “criminales” y no se cansó de acusar a los inmigrantes indocumentados de la fuga de empleos que dijo sufren los habitantes de su país.
A diferencia del contenido punitivo y perverso del discurso electorero de Trump, la candidata del Partido Demócrata Hillary Rodham-Clinton apostó por un mensaje tranquilo y de tinte integrador, dejando sentir que su gobierno será una continuación de las líneas maestras del Presidente Barack Hussein Obama, que además de optar por preservar las cosas positivas en funcionamiento, apostar por posibles negociaciones moderadas para la factible mejora de los esquemas migratorios y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Trump prometió expulsar a millones de inmigrantes indocumentados y obligar a México a pagar por la construcción de ese famoso muro en la frontera, se declaró admirador del Presidente ruso Vladimir Putin y muy decidido a redefinir la alianza de su país con Europa y especialmente revisar el papel de la poderosa nación en la Organización del Tratado de Defensa del Atlántico Norte (OTAN) y ajustar todos los tratados de libre comercio existentes además del TLCAN, predicó la necesaria tortura contra terroristas y el establecimiento de una política de restricción máxima al ingreso bajo cualquier forma legal de personas con alguna vinculación con naciones de filosofía o raíz musulmana, y amenazando con impugnar sin miramientos el resultado de no serle favorable, inundado por el ánimo de provocar caos institucional en su país y hasta en el ámbito mundial.
No se puede olvidar el episodio vergonzoso como fue la absurda visita que a invitación oficial del propio Presidente de México Enrique Peña Nieto, hizo el magnate neoyorquino a la Residencia Oficial de Los Pinos en septiembre pasado, presencia indeseable que indignó a México y a los mexicanos y tras la que el tal Trump dijo: «Amo a los mexicanos, pero México no es nuestro amigo”, en una de las reiteradas ofensas que propinó a nuestra nación y sus más de 120 millones de habitantes y a los 30 millones de personas de origen mexicano que habitan en Los Estados Unidos de América.
El polémico negociante de baja calidad o nivel de escrúpulos y valores, enfrentó a una mujer preparada y con amplia experiencia personal y en la actividad política interna y en el contexto internacional, de corte progresista pragmática, Hillary Rodham-Clinton, dama con un sólido pasado político encarnando una visión de su propio país y del mundo basada en un optimismo realista y en la sensatez proporcionada por la madurez y la amplia formación académica y en las ciencias políticas con muchos años de carrera política, de lucha constante contra montajes, conspiraciones y críticas disparatadas ante las que ha colocado su trabajo tenaz, sacrificado y eficaz, una activista política de talante reformista con amplio conocimiento del ejercicio del poder, con el soporte de una amplia base sociopolítica que además de los atributos personales de la aspirante, contó con el impulso del rechazo a su malafamado antagonista y el temor a sufrir las consecuencias en cuanto a dejarlo llegar a la Presidencia del País más poderoso o al menos el más influyente del mundo.
Pero ni sus cualidades sirvieron para ganar a Rodham-Clinton quien ademas tuvo a su favor la buena labor y basamento que deja el aún Presidente Obama, que aunque comprendido y respetado quizá tardíamente, condujo a su país en el rumbo de la conciliación interna y la ruta adecuada de la concertación para la máxima armonía entre las naciones del orbe. Obama será bien recordado por su labor y buen comportamiento personal y por su respetada y hasta querida esposa y familia. 8 años de gestión presidencial de Barack Obama sin escándalos ni comportamiento causante de algún señalamiento de actuación impropia, además que con el concurso de quien dio cátedra en cuanto a cómo debe comportarse la esposa de un Líder de impacto Mundial, apoyando eficazmente al Mandatario sin excesos ni frivolidades. Se les va a extrañar.
Los sorpresivos resultados son motivo de necesaria reflexión sobre las consecuencias que habrán de provocar. La llegada inesperada de Trump a la Casa Blanca con un poco claro programa económico plagado de amenazas de veto a distintos tratados comerciales internacionales, genera incertidumbre sobre el comportamiento y efectos de ello en cuanto a la mayor economía del mundo, que representa el 24,5% del Producto Interno Bruto (PIB) del orbe. Son varios los acuerdos comerciales multilaterales y bilaterales que están en riesgo y son entre otros el tratado comercial con la Comunidad Económica Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el acuerdo transpacífico. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) teme una gran guerra comercial y el desaceleramiento acendrado del intercambio comercial en el ámbito internacional.
La economía que más desprecia Trump es la mexicana y el triunfo de este personaje pone a México ante una inquietante expectativa sobre si el magnate realmente cumplirá con su promesa de campaña de anular los tratados comerciales entre los dos países, ya que Trump ha acusado insistentemente a México de beneficiarse enormemente del comercio bilateral que asciende a un monto estimado en poco más de 532 mil millones de dólares al año.
Por lo pronto ya el dólar, la divisa que es la moneda del vecino país del norte, incrementó su valor frente al peso mexicano y tanto la bolsa mexicana como casi todas las más importantes del orbe registraron caída importante y ya la estimación de crecimiento del PIB de México será ajustada a solo un máximo de 1.7 por ciento para este 2016.
Así como los mercados internacionales sufrieron, el temor y la incertidumbre cunden en México ya que Trump propuso en su campaña:
Eliminar los impuestos sobre las familias que ganan menos de 50 mil dólares al año.
Reducir de 7 a 4 las categorías a la hora de declarar impuestos. Poner un tope del 15% en el impuesto a las ganancias que pagan las empresas, independientemente de su tamaño. Eliminar el impuesto a la herencia. Subir a 10 dólares por hora el sueldo mínimo federal; Incentivar a que los Estados establezcan salarios mínimos de acuerdo con sus necesidades competitivas respecto al resto del país.
Renegociar el TLCAN.
Eliminar el acuerdo Transpacífico.
Restringir la posibilidad de las empresas de aprovechar el acuerdo de libre comercio para sacar sus plantas y los trabajos de Estados Unidos.
Nueva relación con China en materia de comercio e inversión.
Crear un impuesto de importación del 35% en la frontera con México para impedir que las compañías dejen el país.
Crear un impuesto del 20% sobre mercadería importada.
Por ahora habrá que estar atentos y analizar expresiones y actitudes del Presidente electo del país vecino, en una época de necesaria reflexión y análisis sobre lo que se debe hacer para entre todos los mexicanos fortalecer a nuestra nación y evitar ser avasallados por la nueva clase gobernante. Los Republicanos ganaron mayoría en La Cámara de Representantes y El Senado, habrá que desear que sean equilibrio necesario y trabajen por la armonía y desarrollo de su país y del mundo.
De entre el cúmulo de comentarios vertidos en redes sociales sobre el resultado de las elecciones en el vecino país, se publicó este que considero muy interesante y me permito reproducir:
‘1.- Si ganó Trump, es porque así lo han decidido los norteamericanos. Nada que discutir.
2.- Y el resultado, la victoria del populismo, es consecuencia de las políticas de desigualdad y educación de los últimos veinte o treinta años.
3.- Se confirmaría la decadencia de un país que ha basado su política exterior en la prepotencia y la interior en incrementar las desigualdades y dividir a sus ciudadanos. USA tendrá glamour pero ya no es un caballo ganador.
4.- En cuanto a México, nada será tan grave como se supone. USA no sabe y no puede vivir sin México, sin los mexicanos.
5.- Sin embargo, ya es hora de que dejemos de mirar al norte buscando una solución a nuestros problemas. México es un país rico y un gran país. Hay que sacudirse los complejos y ponerse a trabajar, sobre todo, en educación. Para que la gente sepa decidir y elegir un camino de justicia y solidaridad. Sin malos gobernantes.’.
Son y serán tiempos de reflexión y de trabajo para ayudar a fortalecer a México y sus instituciones. La tormenta sacudió al mundo y a México, pero los mexicanos debemos mostrar que tenemos capacidad y reciedumbre para seguir creciendo y abatiendo nuestros problemas, debe haber calma y una nueva visión interna de cómo emprender juntos la ruta para sacar adelante al país pensando en el presente y el porvenir de todos.
@salvadorcosio1
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