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Barca sin remos

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Por: Jaime Castillo Copado

Cuesta empinada

Gracias a la inclemente escalada de precios de la terrorífica cuesta de enero, en México soplan vientos del pasado. Un pasado que tiene que ver con las recurrentes crisis económicas que curiosamente venían aparejadas de gobiernos emanados del PRI.

Crisis tras crisis, los mexicanos de hoy somos hijos de eso que en política le llaman desigualdad, donde se dice que si a Estados Unidos le da catarro, a nosotros nos mata una pulmonía.
Y aunque se diga que vivir en un destino turístico donde se reciben unos cuantos dólares de vez en cuando, levanta el ánimo de cualquiera, la escalada inflacionaria termina por alcanzarnos llegado el medio año, cuando los turistas extranjeros, en su mayoría se retiran, y queda atender al turismo nacional y cobrar propinas en pesos.

Una escalada inflacionaria que le está hincando las garras y dientes a las familias, cada vez que compran gasolina y gas, producto de la liberación de los precios, gracias a la reforma energética, que al parecer terminará beneficiando a las empresas extranjeras y a los políticos que la promovieron. Y acá abajo de la pirámide, sólo nos queda prender de veladoras para que la macro economía no nos pegue en el contenido del refrigerador.

A menos, claro, que nos pongamos abusados y aprovechemos el derecho al voto para poner de una vez por todas al PRI en su lugar, sacarlo del poder político y pensar en la alternancia de un gobierno de coalición, como el que ahora se propone a través de México al frente. Una alternativa de cambio que más allá del pragmatismo político, nos dice que el sistema está caduco, por el simple hecho de que haya o no haya pobres, lo que abunda es la desigualdad.

Lo cierto es que debemos pensar bien a quién le daremos el voto y, sobre todo, qué recibiremos a cambio. Y si no me cree revise y compare su lista del supermercado.

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