Por: Carlos Reyes
@carloshreyes01
Hoy que ha llegado el día en el que inicia el nuevo gobierno, el optimismo del pueblo mexicano corresponde a la necesidad de un verdadero cambio, que se centra en el cómo se hicieron las cosas en el pasado y que debería afectar el futuro, ya sea por un modelo económico, la toma de decisiones o un sinfín de formas a la hora de gobernar.
El bono democrático con el que arranca la nueva administración es sin duda alto, en él no solo se encuentran los que votaron directamente en las urnas por AMLO, es un hecho que muchas voluntades se han sumado y seguirán sumándose a este bono, ya sea por interés o por voluntad propia, y con esto las expectativas de cambio son aún más grandes, por lo tanto la responsabilidad que recae en el presidente y en el equipo que lo acompaña será una tarea titánica, sobre todo por lo que conlleva darle una vuelta de timón al país de manera tan drástica.
En el entendimiento del pueblo, no existe el análisis, solo hay una sociedad demandante, exigente y muy impaciente, cuyo sentir está fundado por un virtual derrocamiento del viejo régimen de lo que se supone era la política. Ahí estará la reacción real de la durabilidad de la legitimidad con la que ha llegado el nuevo presidente de la república.
Esta sed de cambio se ve alimentada por el mismo Andrés Manuel, que con una idea fija de lo que busca construir del país, orienta la visión de su gobierno hacia los nuevos grandes temas, algunos de los cuales fueron desgastados en el tiempo de transición y que seguramente le dieron tiempo para reorganizarse al interior. Sin embargo, de todo esto existen dos vertientes muy claras sin medias tintas, lo que se va a construir a partir de hoy y hacia el futuro, y lo que buscará desaparecer del pasado, es decir destruir todo lo que a su parecer atentó contra la patria.
Más allá de promesas o discursos, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador hoy tiene el mayor reto de su vida, llegó después de un camino largo y del lado de la oposición al poder real, donde tendrá que demostrar que cuenta con la capacidad para gobernar y hacer que el pueblo sea gobernable, deberá mostrar congruencia sobre lo que dice y hace, porque ya no se trata de un juego de palabras y señalamientos, ya llegó la hora y el momento de ser y realizar un ejercicio del poder que alcance para un verdadero cambio, en el que sea palpable para todos los mexicanos, el ambiente de bienestar que con tanta furia exigió durante muchos años a los presidentes que lo derrotaron en las urnas.
