La atresia de vías biliares por lo regular se presenta en etapa neonatal, se trata de una alteración hepática crónica, progresiva e irreversible, señaló el subdirector médico en turno nocturno del Hospital de Especialidades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y médico internista, doctor Rubén Santoyo Ayala.
“Se trata de una obstrucción de los conductos que transportan bilis desde el hígado hasta la vesícula”, indicó el médico del IMSS en Jalisco.
La incidencia, indicó el doctor Santoyo, alcanza un caso por cada 18 mil recién nacidos. Cabe mencionar que en el IMSS el diagnóstico de esta patología está incluido en el llamado tamizaje neonatal que se realiza a la totalidad de niños nacidos en hospitales de la Institución durante los primeros días de vida.
Santoyo Ayala señaló que el origen de la patología es multifactorial, desde elementos inmunológicos, entre los que se encuentra el haber contraído virosis o infección perinatal, hasta aspectos genéticos.
El médico del IMSS Jalisco señaló que la ictericia (color amarillo en piel y ojos), las heces fecales fétidas y pálidas, crecimiento y desarrollo lento, falta de coloración en la orina (acoluria) y crecimiento del hígado (esplenomegalia) son los síntomas más característicos de la enfermedad.
Por lo anterior, destacó la importancia del monitoreo de la coloración de las heces fecales de los recién nacidos por parte de sus padres o cuidadores porque, insistió, si estos desechos son pálidos, indican un mal funcionamiento hepático.
De hecho, durante la atención primaria que recibe el bebé a través de su chequeo con el médico familiar, los padres reciben junto a la cartilla de salud del infante, una tarjeta colorimétrica para conocer la tonalidad en las evacuaciones y los casos en que pueden constituir un signo y síntoma de alarma.
En cuanto al diagnóstico, explicó el médico internista, es necesario realizar una tomografía y ecografía, así como una biopsia hepática. Asimismo, indicó que es necesario realizar algunos estudios complementarios como análisis laboratorial para confirmar hiperbilirrubinemia (niveles altos de bilirrubina en sangre), prueba de función hepática y biometría hemática.
En cuanto al manejo del paciente, señaló que lo ideal es realizar una cirugía antes de los 45 días de vida, procedimiento denominado como hepa-portoenterostomía, con la cual se pretende restablecer la permeabilidad de las vías biliares y frenar el daño hepático.
Manifestó que la patología debe ser tratada en los primeros días de vida del menor, ya que es una enfermedad potencialmente mortal, debido al daño severo que ocasiona al hígado que, incluso, también puede derivar en la necesidad emergente de practicar un trasplante hepático.