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Revierten el daño cerebral causado por el alzhéimer en ratones

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En el cerebro de algunos individuos, la proteína tau forma enredos tóxicos sue pueden producer enfermedades neurodegenerativas. Investigadores de la Washington University School of Medicine en St. Louis han creado un fármaco que reduce los niveles de esa proteína en ratones y previene el daño cerebral. Las neuronas que contienen el fármaco (en rojo) no hay ovillos (en verde).
La proteína tau se encuentra en abundancia en el sistema nervioso central (SNC) y en el sistema nervioso periférico (SNP). Su principal función es estabilizar los microtúbulos axonales a través de la interacción con la tubulina. De esta forma, ayuda a regular el equilibrio del tráfico de células nerviosas, lo que explica que las alteraciones de tau se asocien con las patologías neurodegenerativas como el alzhéimer. En circunstancias normales, la proteína tau contribuye al funcionamiento normal y saludable de las neuronas cerebrales, pero en algunas personas, se acumula en ovillos tóxicos que dañan esas células y producen alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Pues bien, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos), han demostrado que pueden reducirse los niveles de la proteína tau y parte del daño neurológico causado e, incluso, invertirse gracias a una molécula sintética que se dirige a las instrucciones genéticas de construcción de tau antes de que se forme la proteína.

Los resultados del estudio realizado con ratones y monos han sido publicados en Science Translational Medicine. El estudio sugiere que la molécula –un oligonucleótido antisentido– podría tratar enfermedades neurodegenerativas caracterizadas por la presencia de tau anormal, como el alzhéimer. Según Timothy Miller, profesor de Neurología y autor de la investigación, «hemos demostrado que esta molécula reduce los niveles de la proteína tau, y previniendo y, en algunos casos, revierte el daño neurológico. También tiene el potencial de utilizarse como método terapéutico en las personas».

Miller y sus colegas estudiaron a ratones modificados genéticamente para producir una forma mutante de tau humano que se agrupa fácilmente. Los roedores empiezan a desarrollar enredos tau alrededor de los seis meses de edad y presentan algunos daños neuronales a los nueve meses de vida. Para reducir la proteína tau, los científicos usaron un oligonucleótido antisentido, una especie de molécula que interfiere en las instrucciones para la construcción de proteínas. Los genes en el ADN se copian en el ARN, una molécula mensajera que lleva las instrucciones para construir una proteína. Los oligonucleótidos antisentido se unen al ARN mensajero y se encaminan a destruirse antes de que se pueda construir la proteína. Dichos oligonucleótidos pueden diseñarse para dirigirse al ARN para casi cualquier proteína.

Los investigadores administraron una dosis del oligonucleótido anti-tau a ratones de nueve meses cada día durante un mes y luego midieron la cantidad de ARN tau, el total de la proteína tau y los enredos de la proteína tau en sus cerebros cuando los ratones tenían 12 meses de edad. Los niveles de los tres se redujeron significativamente en los roedores tratados en comparación con los animales que recibieron un placebo. Los niveles de tau total y enredos de tau en el cerebro de los ratones tratados con 12 meses de edad fueron más bajos que en ratones no tratados de nueve meses de edad, lo que sugiere que el tratamiento no sólo había parado, sino también invertido, la acumulación de tau.

En el momento en que esta cepa de ratones modificados genéticamente llegó a los nueve meses de edad, el hipocampo -una parte del cerebro importante para la memoria- suele estar visiblemente encogido y muestra neuronas moribundas. Pero con el tratamiento con oligonucleótidos, se detuvo la contracción y la muerte celular, aunque no hubo ninguna evidencia de reversión de la muerte neuronal. Los roedores tratados vivieron un promedio de 36 días más que los no tratados y fueron más hábiles en la construcción de nidos, lo que refleja una combinación de comportamiento social, rendimiento cognitivo y capacidades motoras. Todas estas funciones pueden verse afectadas en personas con enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la proteína tau.

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