Por: Luis Arturo Jiménez
Imagine un cuadrado. Lo llamaremos “marco jurídico” y sus bordes representan límites. Esos límites están conformados por diversas normas jurídicas: la Constitución, los Tratados y las Convenciones internacionales, Jurisprudencias y una infinidad de Leyes y Reglamentos, por citar algunos ejemplos. Al interior de los márgenes, existe la libertad para actuar; hacia el exterior, nuestros actos u omisiones, pueden ser sancionados.
El marco jurídico también le da vida a las “Instituciones”, organismos que desempeñan funciones de interés público y que se dedican a materializar nuestros derechos, mediante la prestación de servicios dedicados a la satisfacción, la prevención, la vigilancia, la sanción o la reparación de las vulneraciones a los mismos.
En este contexto, la invasión de la Embajada mexicana en Ecuador –problema diplomático del cual por el momento no abordaremos su origen-, significa la transgresión del marco jurídico por parte del Estado receptor, con respecto a los derechos del Estado mexicano y específicamente a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, del 18 de abril de 1961, ya que en el artículo 22 punto 1, se establece la inviolabilidad de los locales que ocupen las misiones diplomáticas.
Las primeras respuestas de la comunidad internacional, han sido de respaldo a México y de condena a Ecuador, siendo de aplaudirse las declaraciones del presidente López Obrador, quien señaló que: “(…) todo por los cauces legales. Nosotros somos Juaristas: nada por la fuerza, todo por la razón y el Derecho (…) y por eso vamos a presentar nuestra denuncia en la Corte Internacional de Justicia”.
No se trata de un asunto menor: en lo nacional y en lo internacional, la existencia y el respeto al marco jurídico y a las Instituciones, son indispensables para que millones de intereses, de formas de pensar y de actuar, podamos coexistir de la mejor manera posible.
Entonces: la Ley sí es la Ley y el respeto a las Instituciones sí son importantes ¿verdad?
