Inicio COLUMNAS Reloj de Arena

Reloj de Arena

45
0

Queso Gruyere

Por: Guillermo E. Quiroga Madrigal

Uno de los momentos más significativos en la historia de nuestro México y que casi siempre anda de boca en boca con especulaciones, en charlas de café o en reuniones, son los asesinatos a políticos, personalidades o líderes, que forman parte de nuestro acontecer. Y en nuestro país se tiene esa peculiaridad, de no esclarecer a fondo los “crímenes a políticos”, echemos un clavado y remontemos algunos sucesos.

Retrocedamos al 21 de mayo de 1920 al grito de «Muera Carranza y Viva Obregón». En el poblado de Tlaxcalantongo, Puebla, fue asesinado a balazos, Venustiano Carranza mientras dormía en un jacal. Acto consumado por las tropas del general, Rodolfo Herrero. Ante la sociedad, se rumoraba como los autores intelectuales del asesinato al Presidente Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, quienes acusaban a Carranza de haber traicionado los principios constitucionales al querer imponer como Presidente de la República a un civil, el Ingeniero Ignacio Bonillas, sin embargo dicha teoría de ser los autores intelectuales, nunca se confirmó.

También se dice que Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón son los autores intelectuales del asesinato de Pancho Villa, ocurrido el 20 de julio de 1923 de manos de Jesús Barraza, quien le tendió una emboscada en los alrededores de la ciudad de Parral, Chihuahua.

Historiadores afirman que Álvaro Obregón cuando llegó a la Presidencia de México, abiertamente promovió algunos planes para asesinar a Pancho Villa, pues el llamado “Centauro del Norte” ya había manifestado su inconformidad de que Obregón fuera Presidente de México. Y Obregón ante el temor de que Pancho Villa nuevamente se levantara en armas, decidió matarlo.

El 17 de julio de 1928, en el restaurante La Bombilla, de San Ángel en la Ciudad de México, fue asesinado el entonces presidente electo de México, el General Álvaro Obregón, por José de León Toral, quien militaba en grupos católicos que formaban parte del bando cristero, entonces en guerra con el gobierno. Aunque no se han esclarecido todas las circunstancias del crimen ni su trasfondo político, el episodio es emblemático del sacrificio de muchos revolucionarios en manos de los fanáticos, precursores de la derecha que en ese tiempo se oponían con las armas al Estado laico.

Ahora está de moda y en los últimos 30 años, cuando sucede ese tipo de crímenes, surgen las “grandes ideas” de crear una “comisión especial” para tal caso, y solo son creadas para llegar así a conclusiones ridículas y muy burdas, como la del asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, la tesis que mantiene la Procuraduría General de la República, es en recalcar que el jerarca católico fue víctima del fuego cruzado entre los grupos criminales de los Arellano Félix y de Joaquín “El Chapo” Guzmán, que el 24 de mayo de 1993 se enfrentaron en el estacionamiento del aeropuerto de Guadalajara.

Para el arzobispo emérito, Juan Sandoval Iñiguez, el asesinato fue un “crimen de Estado” que hoy permanece sin sentencia para los responsables; en este caso se señala como autor intelectual, supuestamente, al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien se dice tuvo diferencias personales con el purpurado.

Casi un año después del asesinato de Posadas Ocampo, nuestro país volvió a estremecerse y en marzo de 1994, fue asesinado el que fuera candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana. Para la autoridad federal el autor material y único es Mario Aburto Martínez, así lo determinó el subprocurador especial en la PGR para el caso. Miguel Montes García, quien textualmente argumentó: “Al no hallarse nuevos elementos de prueba a favor de la acción concertada, considero agotada la investigación, por lo que afirmo que Mario Aburto fue el único planificador y autor del homicidio, y atribuyo sus acciones a una motivación política”. También se le achaca como autor intelectual del crimen, supuestamente a Carlos Salinas de Gortari.

Una investigación que insulta a la inteligencia del ser humano, que es una de las más patéticas y estúpidas, es el caso de Manuel Muñoz Rocha, quien fue acusado de ser el autor intelectual del asesinato del entonces Secretario General del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, en septiembre de 1994; supuestamente ordenado por Carlos Salinas de Gortari. Días después del crimen desapareció Muñoz Rocha y hasta la fecha se desconoce su paradero, sin embargo el Subprocurador Especial en aquel año, Pablo Chapa Bezanilla contrató los servicios de una supuesta vidente: Francisca Zetina “La Paca”, quien vislumbró el lugar preciso en el que estaba el cadáver de Manuel Muñoz Rocha, tras dos años de su extravío. Los huesos debían estar, aseguró la vidente, enterrados a flor de tierra en la finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari.

Con el paso de los años, se descubrió el montaje maquinado por Chapa Bezanilla y que todo resultó ser una farsa. El 6 de febrero de 1997, la Paca y muchos otros de sus cómplices fueron detenidos sin derecho a fianza, acusados de tramar la historia de la osamenta; definitivamente un capitulo ridículo en la historia del México contemporáneo.

Podemos repasar más crímenes a políticos o personalidades, sin que de uno solo de ellos, se tenga una investigación profunda y creíble. Las autoridades se van por la vía fácil de crear comisiones absurdas, con resultados de fantasía, se lavan las manos sin esclarecerse con efectividad algún caso, en definitiva, es hoy en día México un queso gruyere, lleno de huecos por donde se le vea, sin resolver los crímenes de Estado…Seguimos en este reloj de arena.

Comments

comments

Artículo anteriorAmazona mexicana Meyer termina en sitio 20 en salto en Buenos Aires 2018
Artículo siguienteEmmanuel y Pedro Torres vuelven a trabajar juntos,en video de “Jingle Bells”
Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2