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¿Por qué tardan tanto en hacer caca los estreñidos?

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Pese a ser un problema que afecta a una de cada cinco personas del mundo desarrollado, no se cita y se oculta bajo una enorme capa de eufemismos para no parecer groseros y no caer en lo que entendemos por mal gusto. Sin embargo, aunque no hablemos de él, está ahí. Tecleamos el término en Google y nos encontramos con millón y medio de páginas en español; si nos vamos al inglés, la búsqueda arroja más de treinta millones de resultados.

El tema nos interesa. Ahora bien, ¿estamos todos de acuerdo en lo que es? Parece una obviedad, pero, como aclara Fermín Mearin, del Servicio de Aparato Digestivo del Centro Médico Teknon, en Barcelona, y miembro del Grupo Español de Motilidad Digestiva (GEMD), no resulta tan evidente: “El estreñimiento es la manifestación subjetiva de un estado de malestar. Por tanto, su significado puede ser distinto según las personas: mientras que para algunas indica dificultad en la evacuación, emisión de heces de escaso volumen o de consistencia muy dura, o dolor al defecar; para otras implica deposición infrecuente o sensación de que esta es incompleta”.

En contra de la idea generalizada, no necesitamos ir al baño todos los días para que el cuerpo funcione bien

¿Y desde el punto de vista médico? ¿Hay algún criterio que lo defina? El más aceptado, apunta el doctor Mearin, es el de la frecuencia: “En general, se acepta que es normal tener entre tres y veinte semanales”. En contra de la idea generalizada, no necesitamos ir al baño todos los días para que el cuerpo funcione bien.

Sea como sea, ¿por qué tardan tanto en defecar los estreñidos? Los expertos apuntan a cuatro causas:

1. Por una disminución de los movimientos del colon. Suele darse en personas con alteraciones neurológicas como el párkinson. En los pacientes con este trastorno, los excrementos tardan mucho en llegar al recto y por ello las deposiciones no se producen con la frecuencia normal. Para diagnosticarlo se hace una medición de esta actividad que permite calcular con precisión la velocidad con que los restos orgánicos se mueven a través del intestino.

2. Por la ausencia de relajación anal. Se produce al cerrar de forma involuntaria el esfínter. Por tanto, aun cuando las heces hayan completado su recorrido, la persona no puede expulsarlas. Se evalúa con una manometría anorectal, es decir, midiendo las presiones en esta zona.

3. Por una falta de fuerza abdominal. El individuo tampoco es capaz de eliminar los excrementos, pero en este caso es debido a que no se produce una contracción del abdomen con la suficiente intensidad. Es frecuente en personas muy ancianas y en aquellas que han perdido mucha musculatura debido a alguna enfermedad.

4. Por la escasa sensibilidad del recto. Se da en pacientes que no notan que las heces han alcanzado el último tramo del intestino y, por tanto, no sienten el impulso de defecar. A menudo sucede tras haber ignorado este deseo, por condicionamientos personales o sociales, durante años. Se diagnostica hinchando un baloncito dentro de esta zona y determinando el volumen necesario para que el paciente lo note y sienta ganas de evacuar.

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