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Lectura fresca

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Por: Adán Juárez Rojas*

Caminaba por un centro comercial de nuestra querida Perla Tapatía en busca de alguna bebida para refrescarme en medio de un calor sin precedentes. Se escuchaba y se leía que ese calor podía ser provocado por tormentas solares, por el fenómeno del niño, por el calentamiento global o por una sequía a secas, lo cierto es que necesitábamos hidratarnos continuamente.

En mi camino encontré a medio pasillo de la galería comercial un refrigerador pintado de muchos colores y con una leyenda: lectura fresca.

Me dejé ganar por la curiosidad y me acerqué para indagar de qué se trataba: un auténtico refrigerador que contenía diversas lecturas ofrecidas de manera desinteresada a los marchantes. Más allá de que contenía unos cuantos diccionarios, unas cuatro revistas de añeja data y unos pocos libros de los que se buscan poco, me pareció una iniciativa digna de mi más sincera felicitación. Pude investigar que el autor de esta espléndida y disruptiva idea es la asociación civil Hojas Vivas, A.C., que se dedica a la promoción de la lectura y el arte por medio de bibliotecas móviles.

La lectura es uno de los pilares del aprendizaje y creo que vale la pena fortalecerla. El INEGI reporta que en 2023 la población mayor de 18 años lee 12.3 puntos porcentuales menos que en 2016 y que el descenso ha sido gradual. Se presentan diversos datos para explicar este fenómeno: segmentos por edad y preferencias de soporte de textos para la lectura: los más jóvenes suelen leer más en Internet, la lectura se abandona conforme avanza la edad, el libro sigue siendo el principal material de lectura, y no quisiéramos que la actividad lectora cayera en una situación de sequía.

Las motivaciones para la lectura son muy variadas, entre ellas destacan el entretenimiento, el trabajo, el estudio, la cultura general y la religión.

El formato digital de los libros aumentó en su preferencia en cerca de un 14 por ciento a partir de la pandemia de COVID-19 y se mantiene en ese nivel.

Los libros y revistas preferidos para la lectura son aquellos que se obtienen de forma gratuita, casi doblando en cantidad a aquellos que se leyeron con un costo, en cambio los periódicos de paga, aunque no por mucho, superan a los gratuitos.

Entre la población que sabe leer, son apenas cerca del 15 por ciento quienes buscan de manera activa materiales para lectura en venta o préstamo, ya se trate de materiales nuevos o usados.

Los lectores señalan haber recibido un fuerte impulso para formar su hábito en la escuela, sobre todo cuando le pedían comentar o exponer lo leído, cuando le pedían que se adentrara en lecturas más allá de los libros de texto, y cuando lo motivaban para asistir a bibliotecas.

Por su parte, la población no lectora declaró no haber recibido estímulos suficientes para la lectura durante la infancia, no haber ido a bibliotecas ni librerías, no haber visto leer a sus mayores, no contar con libros además de los textos escolares.

Saber leer y no hacerlo, saber escribir y no utilizar la escritura debería cuestionarnos; será que nos gusta almacenar cosas innecesarias, o será que además de tener la herramienta hay que aprender a utilizarla, será que nos falta motivación.

Por todo esto, una vez más felicidades y bienvenidas las iniciativas como la de Bibliorefri.

Referencia:
https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2023/molec/molec2023.pdf

 * Licenciado en Filosofía

Licenciado en Ciencias de la Educación

Maestro en Educación con Orientación en Tutoría

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2