Por: Lucy Pérez Camarena
Admiro profundamente a las mujeres que desde la sociedad civil se han organizado para abrir caminos a otras en la participación política. Durante mi trayecto por el ámbito público siempre estuve rodeada de mujeres que representaban distintas corrientes de pensamiento y abanderaban diversas causas, pero lo que más aprendí de ellas es su capacidad para construir agendas comunes a pesar de las diversas plataformas partidistas e ideológicas en las cuales estaban paradas.
Comprendí que somos distintas y diferentes pero tenemos algo en común, avanzar en la construcción de políticas públicas, leyes y acciones que incorporen en sus contenidos, la visión femenina que redunde en beneficios tangibles no solo para las mujeres, sino para todos los miembros de nuestra sociedad.
De cara al proceso electoral y a pesar de los avances que en materia de género se han tenido, persisten resistencias en el tema de la paridad. Los partidos deben de aplicar la ley vigente y garantizar que la participación de candidaturas de mujeres sea realmente en condiciones de equidad.
Pero dejando a un lado ese tema que tendrán que asumir los partidos, me gustaría centrar mi reflexión en los perfiles de las mujeres que aspirarán a ocupar una posición en el 2021. ¿Qué puede esperar la ciudadanía de una candidata? La respuesta seguramente pasa por las experiencias recientes de mujeres que han ocupado un espacio en los diversos ámbitos de gobierno.
Porque no tengo duda, cuando una mujer ejerce el poder desde una Presidencia Municipal, legislatura o desempeña un cargo público en cualquier nivel, se convierte en referente por su forma de ejercer el poder, no solo para la sociedad, sino para otras mujeres.
En ocasiones pareciera que las exigencias son mayores a las que tenemos hacia los hombres que ocupan espacios similares o se generan dudas en el hecho de que al ser mujer, las decisiones que tomen no tendrán la misma efectividad que las que pudiera tomar un varón. Existen grandes retos en las condiciones actuales por las que atravesamos para las mujeres que vendrán a ocupar esos espacios.
Por lo que si alguna mujer que tiene pensado ser candidata, pudiera tomar en cuenta esta reflexión. Me gustaría invitarla a tomar conciencia de que la política es una vocación de servicio y como tal exige de gran dedicación, compromiso, ética y responsabilidad. Implica una gran sensibilidad y empatía para representar a sus electores, conocer su realidad, necesidades así como tomar en cuenta su sentir para poder representarlos con soluciones concretas.
Se requiere mantener la ecuanimidad, construir consensos, lograr acuerdos que permitan avanzar en los diversos temas que aborden desde su posición, pero sobre todo y estoy convencida, que el verdadero sentido de la actuación en la vida pública implica un acto consciente de buscar siempre cómo contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas.
Me gustaría que las mujeres que vienen a ocupar estos espacios puedan despojarse de la superficialidad, que brillen con luz propia y sean capaces de superar las expectativas de sus “equipos” o “partidos” y verdaderamente se pongan la camiseta de la ciudanía. Pero sobre todo, que hagan que su paso por la política valga la pena, dejen un legado, hagan cosas disruptivas y desde su esencia femenina, sean capaces de hacer que esta que puede llegar a convertirse en una actividad hostil, sea más humana.
Desde este espacio hago votos para que las mujeres que vienen se atrevan a tomar las decisiones correctas, que tal vez no siempre serán las que más gusten o con las que queden bien con todos, pero que las tomen pensando en todas las repercusiones éticas, morales y sociales que tendrán, no solo en el presente sino para las futuras generaciones. Que se conviertan en buenos referentes por las acciones y decisiones que asuman y dejen constancia de que, cuando las mujeres ejercen el poder, buenas cosas suceden.
