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La decisión más difícil

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Por: Salvador Cosío Gaona

Tener que elegir a quien entregar un respirador y a quien dejar morir sin él, ha sido quizá de las decisiones más difíciles que han tenido que tomar en medio de la pandemia mundial tanto trabajadores de los servicios de sanidad como las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno.

En todos los casos, la instrucción ha sido conectar a ellos a los más jóvenes por considerar que su expectativa de vida es mayor. Nada más doloroso que dejar a su suerte a una persona de la edad que sea. Pero así ha sucedido. 

Durante los días más álgidos de la pandemia por Coronavirus Covid-19 en países como Italia y España, vimos la noticia al respecto en los medios de comunicación y evidentemente nos estremeció. La falta de respiradores obligaba a doctores a tomar la difícil decisión de a qué pacientes conectar a estas máquinas y a cuales no, lo que a menudo equivalía a una sentencia de muerte, según la publicación de BBC Mundo.

Se dijo que de acuerdo a lineamientos establecidos, ante la falta de estos elementos básicos para atender a los infectados más graves, se daría prioridad para entregarlos a los más jóvenes por encima de personas de mayor edad. 

Los respiradores artificiales son la última esperanza para la mayoría de los pacientes más gravemente afectados por el nuevo coronavirus, pero ni los sistemas de salud de los países más ricos del mundo tienen tantos como los que ha demandado la pandemia.

Y en esa desesperada carrera por colmar el déficit, gobiernos alrededor del mundo han instado a industrias de todo tipo -de fabricantes de automóviles a fabricantes de aspiradoras- a poner todas sus capacidades al servicio de esta tarea. 

Habrá que mencionar que los respiradores son necesarios porque se estima que aproximadamente un 5% de los enfermos de covid-19 termina padeciendo del llamado síndrome de distrés respiratorio del adulto (SDRA).

«Es la respuesta inflamatoria desmesurada (de los pulmones) a la infección, en este caso vírica, por coronavirus», explica el Dr. Oriol Roca, médico adjunto del servicio de medicina intensiva del Hospital Vall d´Hebron de Barcelona.

«Se crea una especie de membrana y el oxígeno no puede traspasar esa membrana, lo que naturalmente produce insuficiencia respiratoria», describe el exjefe del servicio de neumología de ese mismo hospital, Dr. Ferran Morell.

«Es una condición que no tiene un tratamiento. Lo único es poner a los pacientes en ventilación mecánica y esperar que haya suerte y el organismo reaccione y venza al cuadro este».

Y si en tiempos normales la tasa de pacientes que presentan SDRA ya es de por sí alta -de entre el 30% al 40%, según el Dr. Zabert- la prognosis parece ser todavía peor en tiempos de coronavirus.

«De los que ingresan ahora por distrés respiratorio del adulto en cuidados intensivos por el covid-19 se mueren la mitad», afirma el Dr. Morell.

El porcentaje, sin embargo, sería significativamente mayor sin respiradores artificiales capaces de garantizar la llegada del oxígeno a la sangre.

Y esto es algo que, como explica el Dr. Roca, estos aparatos hacen de dos maneras: proporcionándole al paciente más oxígeno que el disponible en el aire que lo rodea y funcionando como una bomba que puede vencer la resistencia de la membrana que le impide el paso.

«En condiciones normales nosotros respiramos porque nuestro diafragma se contrae y hacemos entrar el aire que hay alrededor a nuestros pulmones. Pero cuando estos están inflamados este proceso que en condiciones normales gasta muy poca energía es mucho más costoso para el paciente y puede llegar a agotarlo», explica el intensivista del Vall d´Hebron.

«Entonces lo que el respirador hace es empujar el aire dentro del paciente y además darle no aire sino hasta 100% oxigeno, es decir, mucho más oxigeno del que estamos respirando»..

Máquinas capaces de hacer ambas cosas empezaron a desarrollarse durante la epidemia de poliomielitis de la década de 1950.

«Pero, en el nivel de sofisticación que estamos en el año 2020, los respiradores pueden llegar a hacer esa función tan básica de maneras muy distintas y con muchas variaciones que nos permiten personalizar muy al pie de cama qué tipo de respiración necesita en cada momento de la evolución de la enfermedad cada paciente», destaca Roca.

El gran problema, sin embargo, es la falta de suficientes de estos equipos para hacer frente a la demanda generada por la pandemia de coronavirus.

El mapa que muestra el número de infectados y muertos en el mundo por el nuevo coronavirus

«5%, puede parecer poco, proporcionalmente», dice el Dr. Zabert refiriéndose al porcentaje de enfermos de covid-19 que terminan necesitando respiradores artificiales.

«Pero la contagiosidad del virus genera masas enormes de individuos nuevos con insuficiencias respiratorias, lo que hace que los recursos en cualquier parte del mudo sean insuficientes», explica.

Según una rápida encuesta hecha por el Dr. Zabert entre los miembros de ALAT, el país latinoamericano mejor equipado para hacer frente al esperado aumento de la demanda es Brasil, que cuenta con unos 66.000 ventiladores para una población de 210 millones de habitantes.

Pero incluso el gigante sudamericano podría ver sus capacidades saturadas en cuestión de días, incluso en el más conservador de los escenarios posibles por la epidemia de covid-19, ya no digamos el resto de países latinoamericanos.

«Si nosotros estamos preparados para recibir 40 casos por millón -o duplicalo, 80, 100 casos por millón- difícil vamos a poder enfrentar un escenario de 10 veces más casos, ya no digamos 60 veces más, que es lo que está ocurriendo en algunos lugares de Italia o España», recalca Zabert.

Por todo esto, los países de la región ya están haciendo todo lo que pueden por adquirir más aparatos.

«La gran mayoría de los países reporta que está queriendo aumentar en no menos del 20% o 30% el número de sus respiradores disponibles, están en proceso de tratar de adquirirlos», dice Zabert.

«Argentina ya ha pedido aumentar sus respiradores en aproximadamente un 30%, Chile ha hecho exactamente lo mismo, Centroamérica está solicitando casi un 50% más de respiradores», detalla.

Con todo el mundo haciendo lo mismo, sin embargo, la tarea no será fácil incluso disponiendo del dinero necesario.

La razón: simplemente no hay tantos respiradores disponibles. Y ni con todos los fabricantes trabajando a plena capacidad se puede aspirar a colmar la actual demanda.

El caso de una anciana belga de 90 años que murió por coronavirus dio la vuelta al mundo, tras conocerse que decidió renunciar a su respirador para cederlo a personas más jóvenes. 

”No quiero respiración artificial. Guardadla para pacientes más jóvenes. Yo ya he tenido una buena vida” le dijo la mujer en cuestión, Suzanne Hoylaerts a los médicos que la atendían, según ha explicado su hija Judith al diario local Het Lasste Nieuws.

En tanto, ingenieros de todo el mundo trabajan a contratiempo para desarrollar nuevos prototipos de respiradores y los mexicanos no se han quedado atrás. 

El presidente del Consejo Ejecutivo de Volkswagen de México, Steffen Reiche, presentó el jueves los primeros 50 dispositivos de asistencia respiratoria producidos en la planta de Cuautlancingo, Puebla, que serán donados a los hospitales donde más falta haga para la atención de pacientes con Covid-19.

Son buenas noticias, sin duda.

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@salvadorcosio1

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2