El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, reafirmó la postura de su país ante las recientes tensiones con Estados Unidos y Israel, asegurando que “nunca nos rendiremos” y adviertiendo sobre las consecuencias de una intervención militar estadounidense. La escalada en el conflicto se intensificó tras los bombardeos israelíes en territorio iraní, en un contexto marcado por la rivalidad nuclear y las disputas regionales.
El pasado martes, el presidente Donald Trump calificó a Jamenei como un “blanco fácil” y expresó que su país podría eliminarlo, alimentando las especulaciones sobre una posible implicación directa de EE. UU. en el conflicto abierto tras los ataques aéreos israelíes, que iniciaron el viernes pasado en respuesta a amenazas de detener el programa nuclear iraní. La ofensiva israelí destruyó instalaciones relacionadas con la fabricación de centrifugadoras y componentes nucleares en Karaj y Teherán, según informó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El conflicto ha tenido un saldo trágico: más de 600 muertos en apenas una semana, con civiles y personal de seguridad en ambos bandos. La organización Human Rights Activists reportó que 263 civiles iraníes han fallecido, además de 154 agentes de seguridad, mientras que en Israel suman 24 víctimas mortales. La Media Luna Roja iraní denunció un ataque cerca de sus instalaciones en Teherán, aunque aclaró que no fue dirigido directamente contra la organización.
El canciller iraní, Abás Araqchi, manifestó que su gobierno continúa comprometido con la diplomacia, pero que se ven en la obligación de actuar en “legítima defensa” frente a la ofensiva israelí y las amenazas externas. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió sobre las “enormes consecuencias” que tendría una mayor escalada del conflicto en Oriente Medio, exhortando a las partes a evitar una internacionalización del enfrentamiento.
Mientras las tensiones permanecen en aumento, Irán mantiene su postura de resistencia y advierte sobre los daños irreparables que una intervención militar estadounidense podría acarrear, en un momento en que las negociaciones para limitar el programa nuclear parecen estancadas y la región enfrenta una crisis humanitaria y de seguridad en expansión.