Desde hace 30 años existen en la ciudad colombiana de Cali todo tipo de actividades delictivas relacionadas tanto con las pandillas más sencillas, hasta con milicias de grupos armados organizados, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), informaron este día autoridades locales.
Una amplia investigación realizada por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNDOC, por sus siglas en inglés) y la Alcaldía de la capital del Valle del Cauca, sin precedentes en el país, logró identificar a 182 estructuras delincuenciales, indicaron este día fuentes locales.
El 79 por ciento de estos grupos criminales estarían concentrados en el distrito de Aguablanca, y serían responsables de la mayoría de los homicidios selectivos, hurtos y extorsiones que mantienen con miedo a los más de 1.8 millones de habitantes de Cali, informó el periódico colombiano El Tiempo.
El estudio especifica que el 51.4 por ciento de los siete mil 109 homicidios registrados en los últimos cinco años, se habrían cometido en el oriente de ese distrito y en las montañas de Siloé, en la periferia occidental de la ciudad.
El secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar, explicó que «lastimosamente son las zonas con mayores índices de pobreza y población desplazada, familias fraccionadas, víctimas de la violencia que vienen con las heridas de la guerra y caen en las redes de estructuras criminales».
Sin embargo las bandas, responsables de la tasa de 47.5 homicidios por cada 100 mil habitantes en Cali -la más alta de las capitales del país-, no serían grandes clanes delincuenciales.
De acuerdo con el informe, estos grupos son conformados por jóvenes vinculados a negocios ilícitos, como el hurto, que son utilizados por grandes bandas criminales para cometer delitos que pueden ir desde cobro de extorsiones hasta asesinatos selectivos.
El jefe de Área de Prevención del Delito y Fortalecimiento de la Justicia de la UNDOC en Colombia, David Álamos, explicó que «son estructuras que trabajan de manera intermitente con organizaciones más complejas como carteles de narcotráfico nacionales e internacionales».
Álamos añadió que «mientras más se generen acciones que limiten esa interacción entre las bandas, podremos mejorar los problemas de seguridad que afectan a la ciudad».
Según el estudio de la UNDOC, estructuras criminales como las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el «Clan del Golfo», que controlan el tráfico internacional de cocaína por el océano Pacífico, establecen vínculos directos para la subcontratación de actividades delictivas con grupos ilegales urbanos del Valle del Cauca.
En esta ruta delictiva, Cali sería un enlace estratégico para la logística de distribución internacional de los estupefacientes. Autoridades de la región le dijeron a El Tiempo que estos grupos ilegales utilizan a la ciudad como centro de reuniones con carteles como el de Sinaloa, en México.
Villamizar dijo que «tras el proceso de paz del gobierno con las FARC y el fin de la conexión que ellos tenían con los carteles internacionales, se empezaron a crear lazos directos entre organizaciones locales y los extranjeros que llegan a Cali a concretar negocios delictivos».
Según cifras de Migración Colombia, en los últimos tres años la llegada de ciudadanos mexicanos a la capital de Valle del Cauca por el aeropuerto Bonilla Aragón, aumentó un 30 por ciento.
De hecho, se reportó que en los primeros ocho meses del 2019 ingresaron por esa terminal aérea 10 mil 207 ciudadanos provenientes de ese país. La cifra representa el 80 por ciento de los arribos registrados durante todo el 2018 (12 mil 812).
«Aunque gran parte de ellos son turistas, el gobierno les ha negado a varios el ingreso al país por causa de las nuevas alertas», explicó el secretario de Seguridad.
Según reportes de inteligencia policial, los miembros de los carteles centroamericanos estarían viajando a Ecuador para cruzar por carretera a Rumichaca y llegar a Cali.
Para Pierre Lapaque, representante de la UNDOC en Colombia, los resultados de esta investigación se convertirán en una gran herramienta para combatir los actos delictivos en la ciudad y otras zonas del país.
«Gracias a esta caracterización, la Policía podrá hacer su trabajo de forma más productiva y los gobernantes diseñarán políticas de seguridad más efectivas», aseguró.
Los nuevos retos de las autoridades, dijo Lapaque, serán prevenir que los jóvenes ingresen a la actividad criminal desde temprana edad y trabajar más para «desarticular los grupos criminales profesionales» que operan en Cali, debido a que «la ciudad es un importante eslabón en la cadena del narcotráfico, y esto garantiza el futuro de las actividades ilegales».
Agregó que la investigación, que servirá como guía para otras capitales, también recomendó profundizar los programas de rehabilitación dirigidos a víctimas, con el «fin de prevenir el reciclaje de conflictos y afectaciones directas a la vida de jóvenes en entornos de riesgo».
