Por: José Ángel Gutiérrez
Tras la designación de Eugenio Ruiz Orozco como Delegado Regional del PRI, como siempre sale a relucir la especulación excesiva, muy propia de los tapatíos.
Lejos de poner los puntos sobre las íes, pero sin los típicos extremos del fatalismo o del triunfalismo pasado por las revanchas, las diferentes interpretaciones de este suceso han pasado por las traiciones, goles a espaldas de un gobernador, el regreso de una generación perdida, la entrega de un premio de consolación y mucho más.
Pero más allá de esta designación los priistas jaliscienses deben reflexionar sobre su realidad actual y la preponderante necesidad de acordar -ahí sí- quién es el más conveniente para llegar a la dirigencia estatal de su instituto político.
De cuándo acá les preocupa tanto un delegado? A otros los han visto pasar sin pena ni gloria.
Para entender en específico la nueva designación, bastará con recordar que Manuel Añorve, brazo derecho del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, trabajó con Eugenio Ruiz Orozco en Banobras.
Además, Ruiz Orozco fue delegado del tricolor en Sonora, justo cuando Manlio era gobernador.
Suficiente para que merezca la designación? Seguro así es.
De ahí a crear escenarios de complot, existe una gran distancia.
Insisto, más allá de la especulación, los priistas jaliscienses deberían pensar en lo que para ellos debe seguir. Y en el futuro inmediato, se encuentra el posible cambio de su dirigente estatal -que seguro ocurrirá apenas llegue el 2016- ahí sí podríamos ver más roces, en caso de que el ungido no cubra el doble requisito: garantizar continuidad a quienes hoy ostentan el poder y convencer a los molestos, a los tristes y a los decepcionados.
