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Escombros en mi mente – ¿Chivo expiatorio?

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Por: Rodolfo Chávez Calderón

Sabido es que cuando un grupo, una organización, una institución gubernamental se ve acosada por señalamientos de índole delictiva, o envuelta en irregularidades, principalmente lo primero que se trata de hacer, es combatir a “quien lo dijo”, luego, se procura abatir al “mensajero”, quien lo difundió, una vieja práctica que aún está de moda, y por último, cuando los anteriores recursos fallan, se busca a quién echarle la culpa de lo que sucedió.

Por lo general a ése, en quien recae lo de “echarle la culpa”, es el infaltable “chivo expiatorio”. El ser que ha de quedar expuesto para que los puros, los que no tienen mancha alguna, los “libres de pecado” les lancen las piedras justicieras, los lapiden, por corruptos, por delincuentes, por malvados, aunque en realidad lo único que ha ocurrido es que aquél acusado sólo perdió “la gracia” de los poderosos, y en otras circunstancias, de haber conservado el poder, jamás habría sido encauzado al juicio popular, no habría quedado sin la confianza y el apoyo de quienes todo lo pueden.

Entre los polvosos archivos de mi memoria, en los que cada vez se desvanecen más mis recuerdos, gracias al infalible apoyo de Google, me encuentro con aquellas fechas a mediados de febrero del año 1996, cuando una jovencita secuestrada fue asesinada por agentes de la Policía Judicial cuando supuestos secuestradores la llevaban en un auto y el procurador en turno, Jorge López Vergara, (QEPD), desde una mesa de café, ordenó por el radio de la policía “pararlos a como diera lugar”. Obvio que la orden motivó que los agentes comenzaran a disparar contra el auto en que escapaban los plagiarios, y uno de ellos muriera al igual que la muchachita, Elba Rosa se llamaba.

El jefe de seguridad del Estado era el capitán Montenegro, en tanto que el secretario general de gobierno era Raúl Octavio Espinoza Martínez y el gobernador Alberto Cárdenas Jiménez.

“Los Negros”, les llamaban a los Antimotines, estaban a las órdenes de Montenegro, en tanto que los Judiciales, y los agentes del Ministerio Público trabajaban bajo el mando del procurador López Vergara.

La muchachita había sido plagiada al salir del colegio donde estudiaba y llevada por los secuestradores a un hotel que resultó ser de un pariente del mismo Procurador, según trascendió en aquél entonces.

Pasados alrededor de cuatro días del secuestro, los delincuentes pidieron el pago del rescate y López Vergara, por medio de su chofer “Concho”, y por el improvisado director de la Judicial del Estado Benjamín Montaño Chávez, emprendieron un aventurado operativo, sin utilizar a los agentes que eran especialistas en el tema, puesto que sí los había, tomaron el caso a la ligera. La decisión de “pararlos” cuando iban en huida, la tomó el Procurador sentado frente a un amigo, dentro de un restaurante, con un radio en la mano y en aparente afán de presumir “el poder” que tenía, comentó algo así como: “en estos casos hay que obrar con decisión y firmeza”… enseguida la frase que condenó a la jovencita de 17 años a la muerte: “párenlos a como dé lugar”… y justamente en el cruce de Vallarta y Chapultepec, donde el auto Gran Marquis en que escapaban los plagiarios, se detuvo porque adelante había otros coches a los que el semáforo en rojo había forzado a parar. Fue entonces cuando una camioneta en que iban tres judiciales se detuvo y el investigador que viajaba en la caja de la pickup saltó al pavimento, cruzó la calle y comenzó a rafaguear el coche en que llevaban a la muchacha. El resultado fue que muriera la víctima y un plagiario.

Sin embargo la versión oficial fue que “Los Negros”, del capitán Montenegro, habían sido los responsables de la acción.

Esa noche hasta la redacción del periódico Siglo 21, donde prestaba mis servicios en ese tiempo, llegó un agente de la Policía Judicial para comentarme que uno de sus compañeros había disparado contra el coche en cuestión, todo porque al escuchar la orden tajante de pararlos a como diera lugar, consideraron que era inminente y obligatorio hacerlo. Pero después de todo eso, tenían gran temor de que los consignaran a los tres una vez que se supiera de su participación. Yo le recomendé que acudieran directamente con el Procurador y le explicaran cómo fue que ocurrió el suceso.

Al día siguiente publiqué el nombre de aquél agente señalado por sus compañeros como responsable de la muerte de Elba Frank, aunado a la extraña circunstancia de que el secuestrador que iba en el asiento de atrás del coche, con Elba Rosa, había disparado aparentemente contra los agentes, pero con una pistola de utilería, con balas de salva.

El caso es que pasaron unos días y recibí una llamada más, esta era del entonces secretario general de gobierno, Raúl Octavio Espinoza, de extracción panista… Pidió que mi hermano Chava (Televisa), mi sobrino Víctor (Radio Udg, Occidental) y su servidor Rodolfo Chávez, (Siglo 21, Radio UdG), acudiéramos a desayunar en su compañía.

El señor sabía lo que decía… comentó que el día de la muerte de Elba Frank él se trasladó a Casa Jalisco y comentaba con el gobernador Alberto Cárdenas Jiménez la tragedia que acababa de darse en las calles de la ciudad, cuando llegó el Procurador, quien apresuradamente le exigió al Gobernador: “tienes que dar de baja a Montenegro, porque sus negros acaban de matar a Elba Frank”… Según su dicho, Raúl Octavio repuso que “tienes que investigar primero, tú eres el Procurador”… De acuerdo con la versión del Secretario General de Gobierno, López Vergara se dirigió al gobernador Cárdenas Jiménez, para proponerle: “Alberto, él o yo”… “Entonces, el Gobernador me pidió que saliera y los dejara solos, creo que es una señal de que mi vida política ha terminado”, comentó triste Raúl Octavio.

Y en la práctica así fue, nunca más volvió a tener un apoyo de su partido para una candidatura, aparte de que los panistas “le hacían el feo”, y solamente un reducido grupo de amigos lo frecuentaban, de modo que al paso del tiempo, todos se alejaron.

Por ello no me extrañó que en fechas recientes, de este 2022, fuera acusado de malos manejos durante su gestión, y de haber afectado el patrimonio de Pensiones del Estado, puesto que es claro que quien cae de la gracia de los poderosos pierde todo, hasta el honor.

Y no es que argumente quien esto escribe, que el señor sea inocente, porque está claro que en todo caso se trató de acciones que no pudieron desarrollarse por una sola persona, incluso, orgánicamente ajena a la administración de Pensiones del Estado, sin que hubieran intervenido otros, pero está claro que el principio de “busca a quien culpar”, funcionó una vez más en ese mundillo de corrupolítica que impera en gran parte del Estado en que vivimos.

Por cierto, los compañeros de aquél agente de la Judicial que disparó contra Elba Frank me hablarían después, al día siguiente de mi consejo, para agradecer la orientación, aseguraron haber hablado con el Procurador quien les habría dicho: “gracias, no se preocupen no van a pisar la cárcel”… Como verán ustedes, estimados lectores, el sistema no falla, los “actos de gobierno”, son altamente predecibles.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2