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En deuda con los artistas

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Por: Teódulo Arana*

El 2 de abril de 2008, después de tocar misa en Catedral Hermilio Hernández, me reuní con él, mi maestro de composición, para conversar sobre algunos temas relacionados con la música. Nos reunimos ahí en la Catedral de Guadalajara, posteriormente salimos hacia la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres para tomar un café juntos, como era costumbre.

Yo, al ver la Rotonda le pregunté ¿A usted le gustaría estar aquí algún día? A lo que El maestro Hermilio Hernández me contestó: “no, porque hay algunas compañías indeseables en este lugar” y le dio un poco de risa.

Este encuentro y el tema tratado, tal pareciera que fue muy oportuno sin saberlo de mi parte, ya que el viernes 4 de abril mi gran maestro de composición había amanecido muerto. Una muerte en el silencio y discreción, como él lo fue toda su vida, discreto y silencioso. Doloroso para mí, porque más allá de maestro era un amigo y hablé por teléfono el día 3 de abril por la noche y me dijo: tengo gripa pero ya estoy tomando medicamento, mañana amaneceré mejor y nos despedimos para siempre con un “buenas noches y que se alivie”.

Así, a quince años de su fallecimiento, Hermilio Hernández López, indudablemente una figura importante dentro de la cultura jalisciense, que inició su formación musical en Autlán Jalisco, posteriormente en la Escuela de Música Sagrada de la Arquidiócesis de Guadalajara, para migrar becado por la misma arquidiócesis de Guadalajara a Roma, Italia en búsqueda de un perfeccionamiento de sus estudios musicales. Posteriormente, regresando a Jalisco para desarrollar su actividad en esta ciudad de Guadalajara y en la misma arquidiócesis de Guadalajara.

Si bien es cierto que la arquidiócesis de Guadalajara apoyó a Hermilio Hernández en sus estudios en el extranjero, también es cierto que Hermilio Hernández hombre fiel y agradecido, desarrolló una gran parte de sus actividades en la arquidiócesis de Guadalajara en el ámbito de la música sagrada como organista y compositor, además lo hizo con decoro y dignidad.

También ahora es la misma arquidiócesis quien se encuentra en deuda con semejante artista que dedicó su vida de una manera agradecida, a servir a la iglesia de dicha arquidiócesis de Guadalajara.

En muy pocas ocasiones se han escuchado homenajes y promociones a semejante artista de gran talla y calado por parte de la Escuela Diocesana de Música Sagrada de Guadalajara, misma institución donde Hermilio Hernández estudió y sirvió como maestro toda su vida profesional. Es más, la escuela de música sagrada debe su prestigio en gran parte a Hermilio Hernández y a otros maestros como Domingo Lobato y Francisco Javier Hernández, que ahora ya han muerto.

No estaría de más y como mínimo, una placa de reconocimiento a su trabajo en algún lugar del recinto religioso de la Catedral de Guadalajara así como las instituciones educativas donde Hermilio Hernández sirvió generosamente tantos años. Hombre fiel y entregado a su estado de vida como músico, también participó en la Universidad de Guadalajara donde en algunos momentos recibió reconocimiento a él y a su obra, sin que por ello sea suficiente.

El nuevo Bach, como algunos han llamado a Hermilio Hernández, se ha ido en el silencio, como siempre en el silencio era su llegada diariamente a Catedral, a cumplir con su deber muy digno como organista y compositor, en el silencio.

También parece que se ha perdido en Catedral su recuerdo, así como en otros rincones de la sociedad, tal pareciera que su obra ha quedado en el olvido esperando un rescate milagroso como Félix Mendelsson Bartholdy rescató la música de Bach en 1829.

Cabe señalar que José de Jesús Parada Tovar en el artículo titulado “Falleció el organista de Catedral”, publicado en el periódico el SEMANARIO de la arquidiócesis de Guadalajara el domingo 13 de abril de 2008, menciona un catálogo de más de 200 obras de Hermilio Hernández.

No hay que olvidar que nos duele la descomposición social que vivimos, corrupción, asesinatos, violencia y delincuencia en sus múltiples modalidades y que son pocos los antídotos para estos males que aquejan a la sociedad. Ese antídoto por excelencia es y siempre será la cultura en sus diferentes disciplinas, música, pintura, escultura, etc. No es suficiente la vivencia de los dogmas religiosos ni de las leyes civiles creadas para una armonía social, así como las armas modernas en las que países como Estados Unidos y otros creen para tener una sociedad pacífica, ordenada, comprometida y responsable.

No son las armas las que transforman a la sociedad fracturada y manchada de sangre como muchos políticos creen, y que mantienen a nuestra Patria descuartizada cruelmente, ni los lemas de los políticos que son diseñados por especialistas en publicidad para vender, dar miserias a los humildes y fingir justicia; tampoco los proyectos sociales que venden e inutilizan al pueblo toda su vida. Es la cultura la que forma una sociedad responsable, inteligente, pacífica y crítica, que sabrá elegir de una manera más consciente a sus gobernantes, y está dispuesta a exigir y trabajar en equipo con sus gobernantes y líderes.

Lo que sí es una realidad, es que tanto organismos como sociedad civil, siempre estaremos en deuda con los valiosos artistas que milagrosamente emanan de nuestras familias, así como su legado. Es a la cultura a la que no hay que regatear presupuestos y dedicación generosa.

No debemos olvidar que muchos proyectos culturales están vinculados a la escuela de música sagrada así como a la Universidad de Guadalajara, generando talentos musicales importantes sobre todo en un pasado inmediato, pero a la vez es de justicia clamada hasta el cielo ¿Dónde está Hermilio Hernández? ¿Dónde está su obra? Un artista, su única arma de cambio es su legado, Hermilio ya cumplió, faltamos los vivos, organismos, artistas y sociedad civil.

Hace algún tiempo surgió la pregunta: ¿Qué sería un día a la semana Estados Unidos sin mexicanos? Tal vez un país paralizado, ahora imaginemos qué sería una sociedad sin cultura, sin libros, sin letras, sin murales, sin pintores, escultores, músicos y artistas en general.

Por fortuna, sin menospreciar a otras regiones de nuestro gran México, Jalisco ha sido cuna de importantes artistas, escritores e intelectuales que sin duda alguna a ellos se debe ese ambiente cultural que se respira en nuestro estado de Jalisco y que debe salpicar a otros estados, porque la cultura como el agua, es para todos.

Hay que llegar a los rincones más apartados, a las periferias donde la miseria y las adicciones reinan hegemónicamente, ahí donde a las personas no se les brinda la oportunidad de vivir dignamente y que tienen todo el derecho. Letras, artes, valores ético-morales y cultura no son capital privilegiado para el crimen, de ahí su gran importancia para transformar y construir juntos la sociedad que añoramos y necesitamos.

* Lic. en Canto Gregoriano, Composición Musical y Órgano.

Lic. en Filosofia.

Maestria en Filosofía.

Doctorado en Ciencias del Desarrollo Humano.

Posdoctorado en Logoterapia.

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