El último taller de abanicos que queda en París, propiedad de una familia de artesanos que lleva más de 100 años fabricando a mano estos complementos, está en riesgo de desaparecer al no poder afrontar una deuda de 117.000 euros con el ayuntamiento por el alquiler del local.
«La cosa empezó a ir mal en 2015», cuenta a EFE Anne Hoguet, de 74 años, que encarna a la cuarta generación al frente del Atelier Hoguet, fundado en 1883 por su bisabuelo en un pequeño pueblo de 3.000 habitantes, Sainte-Geneviève, situado 70 kilómetros al norte de París.