Tiene apenas 70 letras legibles, pero puede iluminarnos sobre los orígenes de la civilización occidental. La estela de 200 kilos que acaba de ser desenterrada en los cimientos de un templo etrusco del valle Mugello, situado al nordeste de Florencia, ha levantado una inusitada expectación entre la comunidad arqueológica.
En primer lugar, porque apenas se habían descubierto antes objetos que no pertenecieran al ajuar de una tumba. Y en segundo lugar, porque los expertos en la cultura etrusca (que precedió e influyó decisivamente en la Roma de la Antigüedad) contaban con escasísimos textos de esta longitud. “Seguramente, descifraremos palabras nuevas que no hemos visto antes, ya que no es un texto funerario”, ha valorado Gregory Warden, codirector y principal investigador de Proyecto Arqueológico Valle Mugello, cuyo equipo ha realizado el descubrimiento.
Pero todavía quedan meses de meticulosa limpieza y examen con técnicas avanzadas como fotogrametría y escaneo mediante láser en la Superintendencia Arqueológica Toscana, en Florencia. Deteriorada por el paso del tiempo (está datada en el siglo VI antes de Cristo), parece que además la estela sufrió los estragos de un incendio.
La principal esperanza de los arqueólogos es descifrar el nombre del dios o la diosa que se veneraba en aquel templo, lo cual se sumaría al resto de hallazgos cosechados por el Proyecto Arqueológico Valle Mugello en los últimos veinte años: piezas de cerámica, monedas, joyas de oro, talleres, viviendas… Allí se encontró, por ejemplo, la primera imagen de un nacimiento del arte occidental o magníficas estatuas de bronce del siglo VI antes de Cristo.
Aparte de los resultados que arroje el análisis del texto, la estela ya documenta que los etruscos practicaban cultos religiosos permanentes en templos monumentales al menos desde el llamado Periodo Arcaico Tardío, entre los años 525 y 480 antes de Cristo. Ahora queda por saber qué nos cuentan las 70 letras talladas en aquella remota época.