Por: José Ángel Gutiérrez
Llegar a cuatro años de gobierno con calificación aprobatoria y en momentos en que su partido se encuentra en caída libre, debe considerarse un logro. Pero de limitarnos solo a ello, nos quedaríamos cortos en el análisis.
Nos referimos al gobierno de Jorge Aristóteles Sandoval en Jalisco. Un gobernador que inició el 2017 con el pie derecho, al mostrar sensibilidad ante los acontecimientos recientes como el doloroso gasolinazo y las constantes amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump.
Aristóteles y su equipo fueron capaces de adelantarse y reaccionar de manera más adecuada ante ambas amenazas y las convirtieron en oportunidades, con una buena y oportuna comunicación.
Pero como dice el dicho: «una golondrina no hace verano». La adecuada reacción de este enero, resulta insuficiente para otorgar una nota aprobatoria al actual gobierno.
Hasta el momento, la de Aristóteles Sandoval ha sido una administración de claroscuros, de subidas y bajadas, de momentos de crisis pero también largos espacios en los que no pasa nada, lo cual tampoco es bueno en términos de rentabilidad política.
El equipo que rodea a Aristóteles Sandoval, se ha caracterizado sí, por una lealtad incondicional hacia su jefe. Pero no en todos los casos por un trabajo efectivo y eficiente.
A cuatro años, podemos afirmar que los grandes aportes de este gobierno serán en el ámbito de la Educación. El titular de la respectiva Secretaría, Francisco Ayón -hombre cercano al gobernador- se ha empeñado en consolidar las acciones de su dependencia para dejar a Jalisco mejor parado en la materia.
Así, continúan avanzando en la sustitución de aulas improvisadas, donde los niños estudiaban en condiciones más que indignas. Se ha logrado reducir la deserción escolar en primaria y secundaria, continúan los esfuerzos por incrementar la matrícula en educación media superior y han integrado la tecnología a sus procesos de manera ordenada.
A Educación le siguen como dependencias exitosas:
La Secretaría General de Gobierno, cuyo titular Roberto López Lara, ha cumplido con la función de velar por la tranquilidad política en el Estado y evitar sobresaltos.
La Secretaría de Desarrollo Económico, que al inicio del sexenio generó muchas dudas y hoy en día junto con su titular José Palacios Jiménez, ha sido pieza clave que ha arrojado buenos resultados para los jaliscienses.
La Secretaría de Desarrollo e Integración Social y la del Trabajo y Previsión Social, cuyos titulares Miguel Castro y Héctor Pizano, se mantienen muy activos por todo el Estado.
La Secretaría de Turismo, cuyo titular Enrique Ramos ha avanzado con paso firme en la promoción de nuestros destinos.
Y sin duda, la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de Jaime Reyes Robles que, siendo la primera en su tipo a nivel nacional, logró colocar a Jalisco como la Entidad con mayores oportunidades en el ámbito tecnológico y, junto con Educación, ha empujado en pro del emprendurismo y la verdadera vinculación de las empresas con el sector educativo, para generar los profesionales que requiere el mercado laboral.
Una Secretaría que apenas recientemente logró nuevo impulso, es la de Infraestructura y Obra Pública. Señalada previamente por acusaciones del cobro de «moches» (no por parte de su ex titular), la dependencia tomó nuevos bríos con la llegada de Netzahualcóyotl Ornelas.
El mote bien explotado del Gigante Alimentario, en el Gobierno del Estado tendrían que reconocer que parte de ese mérito deben compartirlo con la pasada administración, que pese a sus errores, sentó bases para ello.
Existen otros rubros donde sin duda el gobierno estatal sigue quedando a deber. Las grandes asignaturas pendientes: mejor seguridad y mejor movilidad, entendida la segunda como la aún pendiente reestructuración del Transporte Público.
También siguen quedando a deber en las acciones para abatir la contaminación y en la promoción de la cultura.
