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Desazolve #ROMPECABEZAS

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Por: Salvador Cosío Gaona

Siete años después de que Barack Obama hizo historia al asumir como el primer presidente de raza negra en Estados Unidos, las relaciones raciales han sufrido un deterioro significativo que parece reforzar la persistencia de dos visiones irreconciliables sobre el mismo país.

Esta brecha quedó evidenciada una vez más a la luz de los recientes hechos en Louisiana y Minnesota, donde dos hombres de raza negra fueron muertos por policías, y el asesinato posterior de cinco policías en Dallas, Texas, a manos de un ex veterano de guerra de raza negra, que dijo haber actuado en represalia por los primeros hechos.

En torno al recrudecimiento del racismo, Barack Obama, ha dicho recientemente que Estados Unidos no es un país dividido, tras conocerse la enésima matanza en el país de las armas de fuego. Sin embargo, el asesinato por parte de Micah Xavier Johnson de cinco policías blancos da un giro al debate sobre el abuso policial y racial.

Pese a las declaraciones de Obama, Estados Unidos parece un país más dividido racialmente ahora que en las últimas décadas. Así lo ponen de manifiesto informes sociológicos, estadísticas policiales y una sucesión de víctimas relacionadas con disparos entre policías blancos y ciudadanos negros a lo largo y ancho del país. Incluso en los años 60 y 70, cuando hubo una gran tensión entre la vigilancia policial, los derechos civiles y el movimiento contra la guerra, nunca se vio nada parecido a lo que ha sucedido en Dallas.

La mayoría de las encuestas de opinión conducidas en años recientes han dado cuenta de un gradual deterioro en la percepción de los estadunidenses sobre las relaciones raciales en el país, algo de lo cual el propio mandatario ha sido acusado por sus críticos. En una encuesta dada a conocer meses después de que Obama pasó a ocupar la Casa Blanca, 66 por ciento de los estadunidenses calificó entonces como buenas las relaciones raciales, evidenciando una ligera división entre blancos y afroestadunidenses. La brecha se amplió en 2007, cuando 75 por ciento de los blancos calificó de “muy buenas” estas relaciones, contra 55 por ciento de los afroestadunidenses.

Ocho de cada diez personas de raza negra creen que la cuestión racial es un problema no resuelto. Hay expertos que consideran que la difusión de vídeos grabados con dispositivos móviles en los que aparecen negros muertos a manos de policías blancos ha reforzado la convicción de los afroamericanos de que la situación ha cambiado muy poco en los últimos sesenta años.

Las movilizaciones de afroamericanos para protestar por el abuso de agentes blancos contra los negros y la impunidad judicial que, a su juicio, existe sobre estos actos de violencia, han crecido en los últimos años. El movimiento Black Lives Matter (la vida de los negros importa) es uno de los más activos. Este grupo, que convocó la marcha en la que murieron los cinco policías en Dallas, nació en 2012, cuando murió en Ferguson el menor negro Trayvon Martin, que caminaba desarmado, a disparos de un vigilante vecinal blanco.

En el vecino país, pese a lo que se diga, el mundo de los blancos y los negros está totalmente dividido. Según estadísticas, en 2014 la media de ingresos en los hogares negros era de 43,000 dólares al año, mientras que en el caso de los blancos ascendía a 71,300. En tanto que el 71% de los afroamericanos reconoce haber sufrido alguna discriminación en su vida, mientras que un 11% indica que las padece a diario. Los encuestados se quejan menos del racismo institucionalizado, que también existe. De los 1,963 senadores que ha habido en la historia de Estados Unidos, sólo nueve han sido afroamericanos. El que más alto ha llegado ha sido el senador de Illinois Barack Obama. En la actualidad, hay dos de 50 en la Cámara Alta, mientras que en la Cámara de Representantes se cuentan 46 legisladores negros del total de 435 miembros. Este techo de cristal para negros y latinos, las dos grandes minorías de Estados Unidos, es aún más visible en las cárceles, donde si se atiende a los porcentajes de población en el país, se descubre que los afroamericanos y latinos superan a los blancos.

¿Y cómo actúa el presidente del país ante el conflicto racial? Obama sabe que tiene que hilar muy fino en este tema tan espinoso. Aunque es el primer mandatario afroamericano de la historia de Estados Unidos, desde el primer momento quedó claro que no hablaba como los demás políticos negros, quienes históricamente han hecho del discurso racial el tema central de sus campañas. Obama ha tenido que mantenerse al margen de todas las controversias raciales. Sobre todo, después de que se pusiera de parte de un profesor negro de Harvard que había sido detenido en el jardín de su casa por un policía blanco en 2009. Entonces, los comentarios del presidente incendiaron el debate y tuvo que rebajar el tono por miedo a que pudiese afectar a su partido. Pase lo que pase en estos meses, Obama dejará la presidencia sin haber logrado cerrar la ya larga brecha racial de Estados Unidos.

Esta crisis ha alcanzado niveles pico tras la muerte de los cinco policías blancos que vigilaban una manifestación convocada por el movimiento Black Lives Matter («La vida de los negros importa»), nacido hace cuatro años de las redes sociales. La organización denuncia el abuso de la violencia de agentes blancos sobre los negros y la impunidad que, a su juicio, pende sobre estos crímenes. El movimiento toma su nombre de un hashtag surgido en 2012 y que, solo en las últimas 24 horas, se ha empleado 1,300,000 veces en Twitter. Como ya hemos dicho, el movimiento Black Lives Matter comenzó en julio del año 2012 y desde entonces su nombre se ha empleado en numerosas protestas, manifestaciones y publicaciones en las redes sociales vinculadas a la reclamación de los derechos civiles de los negros.

En julio de 2012, la justicia norteamericana exculpó a George Zimmerman, un vigilante vecinal que disparó y mató a Trayvon Martin, un adolescente negro de 17 años. Martin paseaba desarmado bajo la lluvia y comía una bolsa de golosinas en el momento de su muerte. El acusado justificó que le disparase como un acto en defensa propia. Alicia Garza, una activista social de California, publicó en Facebook un mensaje de protesta sobre el veredicto que concluía con las frases «Gente negra. Los amo. Nos amamos. Nuestras vidas importan». Una amiga suya, Patrisse Cullors utilizó el hashtag #BlackLivesMatter, y se volvió viral. Las dos decidieron constituir el movimiento junto a una tercera activista, Opal Tometi, de Brooklyn (Nueva York), en torno a una página web.

Dos años más tarde, en agosto de 2014, 500 personas de 18 ciudades distintas de Estados Unidos se reunieron en San Luis (Misuri) convocadas por Black Lives Matter para protestar por la muerte en Ferguson de Michael Brown, un afroamericano de 18 años que falleció después de recibir seis disparos de un agente de policía, Darren Wilson. El Departamento de Justicia había concluido que el acusado no había violado los derechos civiles del adolescente.
El hashtag volvió a activarse en una convocatoria en junio de 2015, después de que un supremacista blanco de 21 años asesinase a nueve negros en una iglesia en Charleston (Carolina del Sur). Un mes después, Hillary Clinton emplea la frase «sí, las vidas de los negros importan» en un discurso y el lema se consagró.

Ya en junio del año pasado, un policía blanco en Texas amenazó con un arma a una menor negra que participaba en una fiesta en una piscina. La menor, Dajerria Becton, se puso a gritar cuando la policía obligó a los participantes a tirarse al suelo. La imagen de la joven en bikini se volvió viral rápidamente. Black Lives Matter reunió a 800 personas que desfilaron por las calles de la pequeña ciudad de McKinney.

La muerte el pasado miércoles de Philando Castile, un afroamericano de 32 años, mientras buscaba su licencia de conducir, ha sido uno de los últimos incidentes y el detonante de la protesta pacífica que culminó en un tiroteo en el que un francotirador mató a cinco policías blancos. Este fin de semana la Unión Americana se volcó como nunca antes se había visto en una jornada de manifestaciones, unos reprochando la muerte de los policías blancos y otros quejándose de la brutalidad policíaca.

En este contexto, autoridades de Louisiana han dicho que el destacado activista del movimiento Black Lives Matter, DeRay McKesson, fue arrestado durante una protesta en Baton Rouge. En el momento de su detención, McKesson estaba filmando la protesta y caminando por la autopista Airline. No estuvo claro de inmediato el motivo de su detención.

Manifestantes protestaban contra el asesinato el martes de Alton Sterling, de 37 años. Alton Sterling murió por disparos de dos agentes de policía blancos en el estacionamiento de una tienda la semana pasada. El incidente quedó registrado por cámaras de seguridad.

McKesson, un exeducador, es una de las caras más conocidas del movimiento Black Lives Matter. Logró respaldo a nivel nacional tras abandonar su empleo y su casa en Minneapolis en agosto de 2014 para trasladarse a Ferguson, Missouri, para documentar el aumento de las tensiones raciales tras la muerte de Michael Brown a manos de un policía.
Frente a lo anterior, el presidente, Barack Obama ha destacado el papel de los «buenos activistas» de este movimiento. La mayoría, dijo, «quiere ver una mejor relación entre los policías y la comunidad para que puedan sentir que les están sirviendo a ellos». Obama también ha apuntado que en ‘Black Lives Matter’, como en otros grupos, siempre «habrá tipos que digan cosas estúpidas o imprudentes».

Un día después de insistir en que Estados Unidos no está tan dividido como aseguran algunos, el presidente Barack Obama ha convocando a policías, líderes de los derechos civiles, activistas y políticos para discutir sobre cómo restaurar la confianza de las comunidades en medio de las tensiones raciales.
La conversación en la Casa Blanca sobre policía comunitaria y justicia penal se realiza luego que el presidente dijera en Dallas que la violencia de la semana pasada ha dejado al descubierto “la más profunda falla sísmica en nuestra democracia” en la cual “ninguno de nosotros es enteramente inocente”.

El presidente fue el orador principal en el servicio funeral en memoria de los cinco policías muertos durante el ataque a una manifestación en Dallas.

Se trata entonces de un rompecabezas, con piezas como una historia trágica de racismo, un problema de violencia armada de nivel nacional, la existencia real del crimen y el abuso policial no menos verdadero.

Hay personas que hablan de la violencia porque el delito existe, pero el delito en las comunidades está asociado a los altos niveles de desempleo y de analfabetismo. En cuanto al racismo, el vecino país del norte tiene una larga historia, y una herencia que se aloja en sus prejuicios, la educación y también en el sistema judicial. Se ve en los niveles de encarcelamiento, abuso y muerte de afroamericanos, en comparación con, por ejemplo, los blancos.

Desde el surgimiento del movimiento Black Lives Matters en 2014, se ha generado una mayor atención pública a una tragedia que, en realidad, no es reciente. La historia del racismo en los Estados Unidos es profunda y sus traumas impregnan innumerables capas de la sociedad, desde las autoridades a los niños de preescolar.

Ahora bien, hay opiniones en el sentido de que lo que ha aumentado no es la violencia sino la conciencia que las personas tienen el problema, es decir, la agresión a los hombres negros no es novedosa: esto ha sucedido de diferentes maneras en la historia de los Estados Unidos, la diferencia radica en que hoy tenemos tecnología: los casos que antes quedaban en las comunidades negras, como una acción brutal contra un miembro de la familia, o su abuso o su muerte a manos de un oficial de la policía —en síntesis, casos que no eran de alto perfil— hoy reciben atención. Casi todo el mundo tiene un teléfono celular con cámara. Y las redes sociales son un canal que permiten que las situaciones se hagan públicas.

Durante 2015, los jóvenes negros tuvieron nueve veces más probabilidades que cualquier otro grupo estadounidense de morir por fuego policial. Ellos, entre los 15 y los 34 años, son el 2% de la población del país, pero representan más del 15% de todas las muertes causadas por las autoridades que se registraron. En total la gente negra fue asesinada dos veces más que la blanca, la hispana y la nativa. Uno de cada 4 afroamericanos muertos por balas policiales no tenían armas. Entre 2015 y 2016 la policía de Estados Unidos ha asesinado a entre 1,400 y 1,700 personas, de acuerdo con las estimaciones.

@salvadorcosio1
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