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DESAZOLVE #HERENCIAenBANXICO

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Por: Salvador Cosio Gaona

Ya está ahora sí, por abandonar el cargo de Gobernador del Banco de México (BANXICO) el famoso y polémico economista Agustín Guillermo Carstens Carstens, como dicen popularmente: ‘está con un pie en el estribo’ y dejará su responsabilidad al frente del banco central para asumir un nuevo encargo en una prestigiada e importante institución financiera internacional y como se ha dicho, a su salida de la titularidad de BANXICO terminará una era y se verá que en realidad ni él ni nadie son indispensables, quizá resintiéndose inicialmente su ausencia en razón de tanto tiempo inmiscuido en las políticas públicas del tema financiero y presupuestal en nuestro país, mas seguramente produciéndose al corto o mediano plazo una necesaria evolución.

Agustín Carstens fue titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) durante la primera mitad del gobierno del que fuere Presidente Felipe Calderón Hinojosa y posteriormente accedió como gobernador del BANXICO y fungió como tal durante parte del mandato de Calderón y estos ya casi cinco años del sexenio del actual presidente Enrique Peña Nieto, cargo que dejará en breve tras haberlo anunciado así desde el pasado mes de junio, ya que iba a dejar BANXICO desde julio de este 2017 en curso, pero a petición de Peña será hasta este fin de mes de noviembre y asumirá su nueva encomienda tras haber sido designado gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), la institución financiera más antigua del mundo que agrupa a 60 bancos centrales, comenzando a ejercer su nuevo cargo a partir del 1 de diciembre de 2017.

Carstens nació el 9 de junio de 1958 en la Ciudad de México, realizó sus estudios de licenciatura en Economía y Negocios Internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) graduándose con mención honorífica en 1982. Obtuvo el grado de maestría en Economía en 1983 y el de doctor en la misma ciencia en 1985, en la Universidad de Chicago; su tesis de doctorado A Study on the México Peso Forward Exchange Market (La determinación del tipo de cambio forward: el caso de México) la realizó asesorado por Michael Mussa, economista Jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 1991 a 2001. Fue profesor en la Universidad de Chicago y en el ITAM de 1984 a 1989 y ha publicado artículos académicos en diversas revistas y diarios internacionales.

Carstens inició su carrera como funcionario público en BANXICO en 1980, donde ocupó diversos cargos en la división internacional y en la unidad de investigación económica. Fue director ejecutivo en el FMI de 1999 a 2000, institución en la que representó los intereses de España, México, Centroamérica y Venezuela.

Fue subsecretario en la SHCP de diciembre de 2000 a agosto de 2003, fecha en la que se incorporó al FMI como subdirector gerente, en donde se hizo cargo de la relación de este organismo con aproximadamente 70 países miembros. El presidente Felipe Calderón lo nombró titular de la SHCP el 1 de diciembre de 2006, cargo que ocupó hasta el 9 de diciembre de 2009.

Mientras estaba a cargo de la Secretaría de Hacienda, fue también presidente del Comité de Desarrollo del FMI y del Banco Mundial de marzo de 2007 a octubre 2009. El presidente Calderón lo propuso como nuevo integrante de la Junta de Gobierno de BANXICO el 9 de diciembre de 2009 y una vez aprobado por el Senado de la República, fue nombrado gobernador para el periodo del 1 de enero de 2010 al 31 de diciembre de 2015.

Es miembro del Grupo Director del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) desde 2010 y el 10 de enero de 2011, el Consejo de Administración del Banco de Pagos Internacionales (BIS), que es la institución financiera más antigua del mundo y agrupa a 60 bancos centrales que representan cerca del 95% del PIB mundial, lo eligió como integrante de dicho Consejo. Presidió el Comité Permanente de Evaluación de Vulnerabilidades (SCAV) del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) de abril de 2013 a marzo de 2015, dicho comité está encargado de monitorear y evaluar riesgos que pudiesen afectar al sistema financiero global y proponer al FSB las acciones pertinentes para prevenirlos y resolverlos.

Fue designado para presidir el Comité Económico Consultivo (ECC) y la Reunión de la Economía Mundial del BIS el 1 de julio de 2013, ambas entidades están encargadas de llevar a cabo las tareas de coordinación y cooperación entre bancos centrales en favor de la estabilidad monetaria y financiera global. El 20 de febrero de 2015 fue elegido por los miembros del Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) para ser su presidente por un período de tres años a partir del 23 de marzo de 2015. El CMFI es el principal órgano consultivo de la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional y delibera sobre los planteamientos de política que aborda el FMI.

Tras ser designado por el presidente Enrique Peña Nieto, fue ratificado nuevamente por el Senado de la República el 17 de septiembre de 2015, como Gobernador del BANXICO para el período del 1 de enero de 2016 al 31 de diciembre de 2021 pero el primero de diciembre de 2016 el Consejo de Administración del BIS lo nombró Gerente General de dicho organismo, que se ha constituido en el espacio idóneo para la coordinación de políticas de los bancos centrales, para el análisis y depuración de la regulación financiera a nivel global y que funge como el banco de los bancos centrales y Carstens se convirtió en el primer banquero central de una economía emergente que ocupe esta posición.

Después de aceptar la designación como Gerente General del BIS, ese mismo día presentó al presidente Enrique Peña Nieto su renuncia como Gobernador del Banco de México con fecha a partir del 1 de julio de 2017, plazo prorrogado al último día de este mes de noviembre a fin de comenzar a ejercer su nuevo cargo a partir del 1 de diciembre de 2017.

Carstens ha recibido varios reconocimientos por su trayectoria profesional: Fue reconocido por la revista Emerging Markets como «Banquero Central del Año del Continente Americano» en septiembre de 2011, ese mismo año recibió el Premio de Negocios Bravo como Financiero del Año, otorgado por la revista Latin Trade de Miami, Florida, enfocada en temas financieros de América Latina y el Caribe, la revista The Banker le otorgó el reconocimiento de «Mejor Gobernador de un Banco Central» a nivel mundial en 2012, en reconocimiento a su labor al frente del BANXICO.

En octubre de 2013, la revista inglesa Euromoney, una de las principales publicaciones internacionales enfocadas en la banca y las finanzas a nivel mundial, le otorgó el reconocimiento de «Banquero Central del año 2013» y ese mismo año la revista Emerging Markets lo nombró «Banquero Central del Año del Continente Americano 2013. En 2015 fue reconocido por la revista The Banker como «Banquero Central para la Región de las Américas 2015» y en octubre de ese año la revista Latin Finance lo nombró «Banquero Central del Año».

Pronto sabremos quien será el relevo de Agustin Carstens Carstens en la titularidad de BANXICO, decisión que seguramente influirá en la vida nacional, tanto en lo relativo al entorno financiero y de la macroeconomía como indudablemente en el escenario sociopolítico y en la elección federal del próximo domingo 1 de julio de 2018.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha emitido una seria expresión en la que alerta que una eventual ruptura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) seguramente afectará al crecimiento de México y la hace en un sentido divalente, aunque predominando el augurio de problemas para nuestra economía nacional, ya que en un sentido la manifestación es una nota positiva al decir que México es mucho más resistente de lo que podría esperarse frente a un entorno externo adverso, más hay una connotación negativa al señalarse que el crecimiento económico sigue desacelerándose en medio de una gran incertidumbre sobre el futuro del TLCAN, que es sin duda el mayor pacto comercial del planeta, y que hoy pende de un hilo.

Según las cifras publicadas el pasado lunes 13 de noviembre por el FMI, la economía mexicana se expandirá un 1.9% en 2018, lo que representa un decremento de dos décimas respecto a este año y cuatro menos de lo que fue en 2016, siendo el consumo privado el principal impulsor de la actividad junto con las exportaciones manufactureras, que batirán un nuevo récord en 2017 pese a la retórica proteccionista de la Administración a cargo del patán y palurdo mercader neoyorquino sicofante de la política llamado Donald Trump, quien para desgracia del mundo es Presidente de Los Estados Unidos de América.

El punto más débil de la economía mexicana seguirá siendo la inversión, tanto pública como privada, debilitada por una combinación de dos factores: el plan de consolidación fiscal puesto en marcha por el Gobierno federal y la citada incertidumbre sobre el TLCAN, que ha puesto en cuarentena importantes desembolsos de empresas que planeaban instalarse o redoblar su apuesta por México. Hasta que no se concrete el futuro del pacto comercial trilateral de América del Norte, las dudas seguirán pesando sobre la inversión privada en un país cuyo Producto Interno Bruto (PIB) depende en un 14% del tratado mercantil aún vigente con el vecino país del Norte y Canadá.

Las elecciones presidenciales del primer domingo de julio del año próximo también son, a juicio del FMI, un factor de riesgo para el crecimiento de la segunda mayor economía de América Latina. La posibilidad, no explicitada por los técnicos del organismo, en cuanto a que Andrés Manuel López Obrador el lider del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) alcance la presidencia de la República, preocupa a los inversionistas y podría afectar al desempeño mexicano en los próximos meses.

El FMI ha subrayado: «La incertidumbre sobre el panorama político tras las elecciones de julio de 2018 es el mayor riesgo doméstico y podría afectar negativamente al clima inversor», en su capítulo IV, el mayor informe anual del FMI sobre cada de uno de los Estados miembros, que incide en el hecho que López Obrador sea el único candidato confirmado hasta ahora. «Se espera que el crecimiento se acelere en la segunda mitad de 2018, a medida que se resuelve esa incertidumbre».

El Fondo Monetario pone en valor la «respuesta apropiada» de las autoridades mexicanas ante los recientes «choques externos». Muy especialmente, su compromiso con la estabilidad fiscal: «Los dos últimos años han cumplido con el objetivo tributario y están camino de cumplir también en 2017», subrayan los técnicos del FMI. Pero quieren más y dicen: «Recomendamos reducir las exenciones del IVA e intensificar los esfuerzos para reducir la evasión fiscal». El mayor espacio fiscal que se consigan con estas acciones, así como con un aumento de la eficiencia en el gasto, los técnicos sugieren que se destine a la «muy necesaria» inversión en infraestructuras. El organismo también insiste en la necesidad de crear un consejo fiscal independiente, al que se opone el Ejecutivo de Enrique Peña Nieto (PRI). A cierre de este ejercicio, la deuda pública mexicana debería bajar hasta el 53.8%, frente al 58.4% de 2016.

La escalada de precios ha sido uno de los factores económicos más adversos para la economía mexicana en 2017. En agosto, la inflación tocó un máximo de un 6.66% —la cifra más alta en más de ocho años— y desde entonces, aunque muy ligeramente, ha ido moderándose. El FMI no cree que el problema vaya a ir mucho más allá: gracias a la acción del banco central, que ha elevado los tipos de interés hasta el 7%, «la inflación caerá abruptamente desde principios del año próximo a medida que los efectos de la fuerte subida de carburantes se disipe y el endurecimiento de la política monetaria tome efecto». Según sus cifras, los precios convergerán a cierre de 2018 con la meta del Banco de México (BANXICO), que fija un aumento máximo de entre un 2% y un 4% anual.

El aplauso del Fondo a la agenda reformista del Gobierno mexicano es una constante en sus últimos informes. Y esta vez no podía ser menos: «Se ha hecho un progreso importante», subrayan los especialistas del organismo comandado por Christine Lagarde. Sin embargo, los especialistas del FMI reconocen que su efecto sobre el crecimiento ha sido notablemente menor del inicialmente pronosticado. Cuando se aprobó el ambicioso paquete reformista —que incluía cambios en los mercados energéticos, financiero y de telecomunicaciones—, en 2012, el Ejecutivo mexicano predijo que el crecimiento se dispararía hasta el 4 ó 5% anual, frente al menos de 3% de las dos últimas décadas. El FMI, por su parte, vaticinó un crecimiento de entre un 3.5% y un 4%. «Estas tasas de crecimiento han sido demasiado optimistas», reconoce el ente con sede en Washington. «Sin embargo, la evidencia apunta a que este tipo de reformas tardan entre tres y siete años hasta que dejan sentirse, en toda su extensión, sobre el crecimiento económico».

Pese al decalaje, el Fondo subraya la necesidad de una «mayor» acción reformista por parte de las autoridades mexicanas.

Aún está por verse quién finalmente sustituirá al frente del Banxico a Agustín Carstens y cómo se resuelva la candidatura en el PRI rumbo a la elección presidencial y ello será otro factor que no debe dejarse de lado, pues influirá en la economía mexicana.

 

@salvadorcosio1
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