Salud, dinero y amor son las tres palabras más utilizadas cuando se pregunta a alguien qué necesita para ser feliz. Sin embargo, para lograr la felicidad hay otros muchos factores, que la OCDE desvela y desgrana en su informe ‘How’s Life?’ (‘¿Cómo va la vida?’), y en el que España no sale muy bien parada.
Aunque pueda parecer extraño desde el año 2011 la OCDE publica de forma bianual publica este estudio porque, tal y como asegura la institución, «hay más vida que los fríos números del PIB y las estadísticas económicas».
Por tanto, el Índice para una Vida Mejor permite comparar el bienestar en distintos países basándose en 11 temas (Vivienda, Ingresos, Empleo, Comunidad, Educación, Medio Ambiente, Compromiso cívico, Salud, Satisfacción, Seguridad y Balance vida-trabajo) que la OCDE ha identificado como esenciales para las condiciones de vida materiales y la calidad de vida.
Pero, ¿qué nos hace más felices? ¿Qué necesitamos o a qué damos más importancia a la hora de lograr el mayor bienestar posible?
1. Ingresos
Aunque el dinero no es el único componente del bienestar, «el ingreso es un medio importante para cubrir las necesidades básicas de las personas», desde una vivienda hasta la alimentación. Tener ahorros, por ejemplo, «protege» de crisis económicas y da seguridad. A esto hay que añadirle que tener más ingresos y mayor riqueza «aumenta la libertad para tomar decisiones». Por ejemplo, para invertir en pasar más tiempo con amigos y familiares o para invertir en asegurar una vida cómoda después de la jubilación.
El informe de la OCDE establece que el ingreso medio familiar disponible después de pagar impuestos de los ciudadanos es de 27.630 per cápita. Sin embargo, la OCDE alerta de que las variaciones a nivel nacional son grandes. Por ejemplo, la renta media disponible en EEUU fue cerca de tres veces mayor que la de México o Hungría.
Aunque entre 2009 y 2013 el promedio de los ingresos familiares se incrementó en 1,9%, un tercio de los países sufrió una bajada, especialmente en Grecia (-30%), Irlanda (-18%), España (-11%) y Portugal e Italia (-9%). En el caso de España, el ingreso familiar disponible neto ajustado promedio per cápita se quedó en 22.477, muy por debajo de la media del resto.
A todo esto hay que añadir que la brecha entre las familias ricas y pobres se encuentra ahora en el nivel más alto de los últimos 30 años. De hecho, en España la población que ocupa el 20% superior de la escala de ingresos gana cerca de siete veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior.
2. Empleo y salarios
El trabajo desempeña un papel central en la vida de muchas personas. Además de ser una fuente de ingresos, un buen empleo aporta muchos otros beneficios de bienestar, «desde la ampliación de la red de apoyo social para las personas, hasta la posibilidad de adquirir nuevas competencias». En lo referente al empleo importa tanto la calidad como la cantidad.
En general, las tasas de empleo son relativamente bajas en los países en los países del sur de Europa y de Europa del Este. En el caso de España, alrededor del 56% de las personas entre 15 y 64 años tienen un empleo remunerado, cifra menor que la media de la OCDE de 65% y la más en la Organización.
En cuanto a los salarios la media (bruto anual) oscila en los 56.000 dólares en EEUU y Luxemburgo, y menos de 20.000 dólares en Estonia y México. El salario bruto bajó entre 2009 y 2013 en un tercio de los países, y se redujo un 22% en Grecia, un 6% en Irlanda y España, un 4% en Reino Unido y un 3% en México.
3. La vivienda
El lugar donde uno vive, que incluye las condiciones de vivienda y acceso a servicios de saneamiento, puede ejercer un gran impacto en sus vidas. «La vivienda es esencial para cubrir la necesidad básica de abrigo, asimismo la vivienda de buena calidad ofrece seguridad, privacidad y espacio personal». La vivienda influye en las relaciones personales al proporcionar un lugar para socializarse, así como un lugar para criar a la familia.
El número de habitaciones por persona varía en muchos países de la OCDE. Las casas en Canadá, EEUU, Nueva Zelanda, Australia y Bélgica tienen el doble de habitaciones por persona, en comparación con las casas de México, Hungría, Polonia, República Eslovaqua y Turquía.
Los gastos en vivienda consumen un porcentaje «considerable» del presupuesto familiar. Los países de la OCDE gastan un poco más del 20% de su ingreso familiar disponible bruto en vivienda. Entre 2009 y 2012, el gasto en vivienda aumentó en cerca de la mitad de los países. En España, Grecia, Portugal e Italia fue donde ocurrieron los aumentos más pronunciados, donde el ingreso familiar bajó más y con mayor rapidez que el costo de la vivienda.
4. La salud
La salud y el bienestar van de la mano. Tener salud para participar «en actividades que la gente valora y buscar el estilo de vida que se desea vivir es un elemento fundamental del bienestar». La mala salud se relaciona de forma sistemática con una menos satisfacción ante en la vida y con peores emociones y experiencias diarias. La salud afecta también la capacidad de trabajar, estudiar y aprovechar el tiempo al máximo.
En más de dos tercios de los países de la OCDE, la esperanza de vida al nacer es de más de 80 años. En España es de 83 años. El nivel más bajo, por debajo de los 77 años, se observa en México, Hungría, República Eslovaca y Turquía.
Las mujeres viven más, pero por lo general se sienten menos saludables que los hombres. La evidencia sugiere también que la salud varía con la escolaridad, y las personas más educadas gozan de una mayor esperanza de vida en relación con los menos educados. También hay un determinante social en salud percibida, en tanto que el 78% de las personas con ingresos en el quintil más alto califican su salud como buena o mejor.
5. Balance vida-trabajo
La manera en que pasamos nuestro tiempo es un factor determinante en el bienestar general, y la mayoría de los trabajadores dedican la mayor parte del tiempo en que están despiertos a trabajar en comparación a cualquier otro tipo de actividad. Obtener el balance correcto entre la vida personal y el trabajo influye en la salud y en la felicidad de la gente, pero también en las relaciones con amigos y familiares.
Así, uno de cada ocho empleados en los países de la OCDE trabaja 50 horas o más a la semana. «La evidencia sugiere que un horario de trabajo largo puede resultar perjudicial para la salud personal, poner en peligro la seguridad y aumentar el estrés».
Además, cuanto más trabajen las personas, menos tiempo tendrán para dedicarlo a otras actividades, como el cuidado personal o el ocio. Un empleado de tiempo completo en la OCDE dedica de media el 62% del día, cerca de 15 horas, al cuidado personal (comer, dormir, etc.) y al ocio (vida social con amigos y familiares, pasatiempos, juegos, uso del ordenador y la televisión, etc.).
En España, alrededor del 6% de los empleados tienen un horario de trabajo muy largo, cifra menor que el promedio de la OCDE de 13%. En España, tanto hombres como mujeres dedican aproximadamente 16 horas al día al cuidado personal y al ocio. La OCDE recomienda que España fortalezca sus políticas para combinar el trabajo y la vida familiar.
Tanto las tasas de empleo de las mujeres como las tasas de natalidad son bajas en comparación con las internacionales. Con alrededor de 1.3 hijos por cada mujer, las tasas de natalidad en España han sido de las más bajas de la OCDE en las últimas dos décadas.
6. Educación
Si bien tener un buen nivel educativo facilita a las personas la tarea de conseguir un buen empleo, una educación adecuada en más que un pasaporte al empleo. La oportunidad de aprender nuevas competencias tiene una recompensa intrínseca, y por lo general la gente valora la educación como resultado por sí solo. Los niveles altos de Educación también se relaciona con una mejor salud y un mayor compromiso cívico.
En toda la OCDE, poco más de tres cuartos de la población de 25 a 64 años terminaron la educación media superior. En España, el 55% de los adultos entre 25 y 64 años han terminado la educación media superior, cifra mucho menor que el promedio de la OCDE de 75%.
En lo que respecta a la calidad del sistema educativo, el estudiante promedio obtuvo una calificación de 490 puntos en lectura, matemáticas y ciencias en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) de la OCDE. Esta calificación es más baja que la media de la OCDE de 497.
7. Relaciones sociales
Las relaciones sociales positivas son una poderosa fuente de bienestar. Las encuestas sobre el uso del tiempo sugieren que la socialización es el punto culminante de las actividades diarias de la mayoría de las personas. La soledad y la falta de sentido de la comunidad o apoyo social son factores decisivos para un nivel de bienestar subjetivo.
En la mayoría de los países, por lo menos el 85% de las personas considera que conoce a alguien con quien puede contar en caso de necesidad.
8. Compromiso cívico
Para que una sociedad funcione bien, es necesario que las personas desempeñen bien su papel de ciudadanos: el compromiso cívico y el derecho de expresar opiniones sobre política son libertades fundamentales y componentes esenciales de las democracias eficaces.
En el caso de España hay un fuerte sentido de comunidad y moderados niveles de compromiso cívico. La participación electoral,una medida de la participación ciudadana en el proceso político, fue del 69% durante elecciones recientes; esta cifra es ligeramente mayor que el promedio de la OCDE de 68%. La condición social y económica puede afectar los niveles de voto; la participación electoral entre el 20% que ocupa el nivel superior de la escala de ingresos se estima en 76%, mientras que para el 20% que ocupa el nivel inferior se estima en 66%.
9. Calidad del medio ambiente
Vivir en un entorno sin contaminantes peligrosos, riesgos y ruido contribuye a la salud individual, física y mental. Los seres humanos dependemos de que el ambiente natural nos proporcione una amplia gama de recursos naturales y servicios importantes para mantener el bienestar. La exposición a la contaminación es un asunto de salud pública. Los mayores riesgos para la salud se relacionan con la exposición de largo plazo a una mala calidad de del aire.
Como la contaminación atmosférica se relaciona en particular con la urbanización, la industria y el transporte, hay grandes diferencias en cada país. En el periodo 2010-2012, alrededor del 40% de los residentes de la OCDE tuvo una exposición anual por debajo del límite recomendado por las OMS de 10 microgramos por metro cúbico.
En el caso de España el nivel de partículas atmosféricas PM10 -partículas contaminantes del aire lo suficientemente pequeñas como para penetrar en los pulmones y dañarlos- es de 23.7 microgramos por metro cúbico en las grandes zonas urbanas, más alto que el promedio de la OCDE de 20.1 microgramos por metro cúbico.
10. Seguridad personal
La seguridad personal se relaciona con la vulnerabilidad de las personas una gran diversidad de amenazas, así como con cuán seguras se sienten. Tanto el riesgo que la delincuencia y la violencia implican, como las percepciones de la gente acerca de su propia seguridad, tienen impactos muy importantes en el bienestar, bien sea por el aumento de la ansiedad y las preocupaciones o por la limitación de la conducta de las personas.
En la mayoría de los países de la OCDE, las muertes por agresión son relativamente raras y en general su tasa se ubica por debajo de 2 por cada 100.000 habitantes al año. Chile, Estonia, EEUU y México presentan las tasas más altas, cinco veces mayor que el promedio de la OCDE.
En 2010, 1 de cada 25 personas afirmó haber sufrido una agresión o robo durante los últimos 12 meses. La sensación de seguridad es otro aspecto importante. En la zona de la OCDE, sólo dos tercios de las personas dijeron sentirse seguras al caminar solar por la noche en el lugar que habitan.
11. Bienestar subjetivo
El bienestar subjetivo consiste «en las evaluaciones, sensaciones y experiencias de la gente respecto a su vida». La satisfacción ante la vida oscila entre poco más de 6 de 10 en Portugal, Hungría y Grecia, y de 8 de 10 en Suecia, Canadá, Dinamarca, México, Finlandia y Suiza. Los españoles le otorgaron una calificación de 6.5, más baja que el promedio de la OCDE de 6.6.