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Barca sin remos

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Por: Jaime Castillo Copado

La familia perfecta

Primero debo confesar que mi caricatura favorita son Los Simpsons, esa agringada serie de dibujos animados en donde al padre se le llama ‘Homero’ y a la madre se le llama ‘Marge’.

Mis favoritas son las primeras temporadas, repletas de magistrales historias cortas sobre lo que sucede en torno a la convivencia de lo que alguna vez se conoció como «una familia normal», de esas de papá, mamá, hijos, abuela y abuelo, perro y gato.

A mis padres (hombre y mujer), nunca les vinieron bien los personajes amarillos, pero yo honestamente sigo alucinando con los especiales de Navidad y de Noche de Brujas.

Los Simpsons son un súper cliché de cómo deben de ser las familias tradicionales -y quién iba a decir que llegados los tiempos hasta de buen ejemplo servirían- de ese modelo papá-mamá-hijos, que los del Frente Nacional por la Familia andan defendiendo, por cierto, con la ayuda de la Iglesia Católica.

El tema de la discordia tiene que ver con el sagrado derecho a matrimoniarse entre hombres y mujeres, pero también, según la modernidad, las personas del mismo sexo.

Esta «aberrante» idea de abrirle la puerta a los homosexuales y lesbianas para que compartan los derechos que adquieren los heterosexuales a luego de casarse, ha puesto de manifiesto que mucha gente lleva un ignorante adentro. Un ignorante que además de eso es muy metiche y pésimo argumentador.

Loqueras como el hecho de que la crianza de un niño por homosexuales puede convertirlo en homosexual, suenan tan a la Edad Media como pretender quemar en la hoguera al que no esté de acuerdo en eso.

Situados en dos bandos con tintes de intolerancia, muchos mexicanos le están dando cuerda a una discusión bastante desafortunada, confundiendo gimnasia y magnesia, pero con la novedad de que los radicales dejaron las charlas de sobremesa y sermones dominicales para incluso salir a la calle.

Lo más chistoso (por decirlo amablemente), es que en ambos bandos se han escuchado tantas barbaridades en tan poco tiempo que tristemente revelan lo sencillo que es revolver el agua que contiene este estanque de tiburones llamado México. Mire la letanía de joyas que argumentan los progresistas contra los tradicionales: que los esposos le pegan a los hijos, que los chiquillos sólo ven pleitos en su casa, que la infildelidad, que los curas violadores, que los sepulcros blanqueados y puras de esas…

Y visceversa: que las parejas del mismo sexo no adopten niños porque los van a volver gays, que familia, familia sólo la de madre y padre, que designen las uniones como quieran menos ‘matrimonios», que se van a condenar, que qué clase de ejemplos darán a los «hijos» o que si un mal día los van a violar…

La realidad de las cosas es que desafortundamente la familia perfecta no existe, y que de hecho, en la vida real los hay quienes mejor le dan la vuelta a sus familiares o prefieren refugiarse en el manto de sus amigos… esa familia que uno elige.

Ahora que si de criar hijos se trata, honestamente ninguno estamos preparados, así se trate de marcianos y que finalmente cada quien puede hacer de su vida un papalote y echarlo a volar. Yo, por ejemplo, que desde hace 5 años tuve a mi primera hija, es tiempo que todavía no doy palo con bola. No quiero ni siquiera pensar en andar dando consejos al respecto.

Así que bien harían todos esos que salieron a las calles en educar cristianamente a sus hijos si eso es lo que les place, pero que dejen en paz a los homosexuales y lesbianas que buscan la felicidad, así como ellos la quieren para los integrantes de su familia. Ah, y viceversa.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2