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Así fue la historia de ‘Houston, tenemos un problema’

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‘Houston, tenemos un problema’, estas fueron las palabras de auxilio del astronauta Jack Swigert que pasarían a la posteridad, y que dieron paso una frenética actividad en la que tanto los tripulantes del Apolo 13 como los ingenieros y demás miembros de la misión en Tierra pusieron a prueba su capacidad de reacción. La explosión de uno de los tanques de oxígeno de la nave hacía imposible el alunizaje y ponía en peligro la supervivencia de los astronautas pero, afortunadamente, el 17 de abril toda la tripulación aterrizaba sana y salva en nuestro planeta, a bordo de su peculiar bote salvavidas: el Aquarius.

Inventos improvisados para sobrevivir a la catástrofe
El Aquarius era el módulo lunar del Apolo 13, y su función original era la de propiciar el aterrizaje en la Luna. Aunque nunca llegó a cumplir su cometido, gracias a él la tripulación pudo librarse de la tragedia. Para ello, los astronautas tuvieron que superar varios obstáculos. Por un lado, el módulo lunar estaba preparado para mantener a dos personas durante 45 horas, y no a tres durante 90 horas. Además, tanto el suministro eléctrico como el agua eran recursos limitantes en el módulo por lo que tuvieron que racionarse al máximo. Esto ocasionó, entre otros problemas, que las temperaturas en el módulo lunar bajaran hasta casi los 3 grados, y las ventanas se congelaran parcialmente. También la comida estaba fría, y al no tener agua caliente no podían mezclarla con los alimentos deshidratados.

Otro asunto a resolver fue la extracción del dióxido de carbono del módulo para evitar la intoxicación de sus tripulantes, para lo que se empleaba hidróxido de litio. Sin embargo, este era insuficiente en el módulo lunar, por lo que los miembros de la misión espacial ingeniaron un dispositivo que llamaron ‘mailbox’ (buzón) para efectuar un trasvase del elemento desde los contendores del módulo de comando al módulo lunar.

Finalmente, al acercarse a la Tierra, los astronautas separaron completamente al Aquarius del resto de la nave para comenzar el descenso a través de la atmósfera.

Durante los momentos de tensión, el astronauta James Lovell se permitió incluso bromear con los operadores de la misión de control

En medio de estos momentos de tensión, James Lovell, comandante de la misión, se permitió incluso bromear con los operadores de la misión de control: «Bueno, no puedo decir que esta semana no haya sido emocionante» les dijo, a lo que le contestaron: «De acuerdo, James, pero si es así como vas a cuidar las naves espaciales, no te dejaremos ni una más». Tras entrar en la atmósfera y debido a la fricción con el aire, durante más de tres largos minutos se interrumpió la conexión con la estación de control, pero finalmente el bote salvavidas y sus tripulantes caían a salvo en el Pacífico Sur, dando por finalizada la primera operación de rescate en el espacio.

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