Más de 600 millones de chinos siguieron por televisión unos Juegos de Olímpicos de Invierno celebrados sin público y que China busca rentabilizar con el desarrollo de una base de aficionados que impulse el turismo de la nieve y el hielo.
La cifra habrá cumplido las expectativas del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, que apostó por la magnitud del mercado chino para esta cita olímpica, la segunda que se le concede a Pekín tras albergar los Juegos de Verano en 2008.