Por: Juan Manuel Hermosillo
Desde temprana edad mis padres nos educaron a mis hermanos y a su servidor en el respeto a las mujeres, a las personas mayores, mucho más si eran de edad avanzada, así fuimos forjados en el reconocimiento de este vínculo sagrado y sangrado que es la familia. Como maestros también nos dieron la oportunidad de ver y palpar cada día el gran compromiso que ellos tenían por ir formando poco a poco a los futuros ciudadanos de toda la región Valles de Jalisco, nuestro asiento y transitar en familia.
Pienso que el esfuerzo y sacrificios que hicieron junto con muchos compañeros del gremio del magisterio, en este tiempo de retos y aires de cambio están dando buenos frutos. Hoy están dadas las condiciones políticas y sociales para la conformación de asociaciones y agrupaciones civiles que poco a poco han ido comprobando el valor social de los ciudadanos organizados y valorando una realidad que dibuja la verdad de los partidos políticos que buscan ante todo sus intereses, mismos que anteponen a las causas de la gente a la que dejaron de representar en los hechos.
Como ciudadano, acepté gustoso la invitación que me hicieran a Confío en México y poco después al Foro Plural Jalisco, organizaciones civiles que se han involucrado en tender puentes de comunicación y espacios estratégicos de diálogo con personajes de talla nacional.
El primero de ellos abre a los ciudadanos el espacio de encuentro de ideas en donde sus ponentes van de la izquierda a la derecha, entendiendo y respetando sus razonamientos. El segundo, de más reciente creación, busca defender a las instituciones que nos dan la certeza y garantía para mantener la democracia en el país, como el Instituto Nacional Electoral (INE), que a pesar de tantos ataques y descalificaciones, en las recientes elecciones del Estado de México y Coahuila, supo responder con profesionalismo y callar bocas. Otro ejemplo es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI) puerta abierta para el acceso de los ciudadanos a la información, para que sepan en qué y cómo se gastan los impuestos de los mexicanos.
Son los propios ciudadanos quienes también recientemente se manifestaron por la defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al considerar que desde el Poder Ejecutivo se ataca y se le descalifica sin argumentos válidos. Básicamente tomaron la calle para exigir y defender la separación de poderes y la existencia de sanos contrapesos en el ejercicio del poder. Muchas otras organizaciones van surgiendo poco a poco y desde la misma sociedad civil organizada, van aglutinando cada vez a un mayor número de personas; de ciudadanos que tienen mucho que decir sobre sus gobiernos, sobre los partidos políticos en México, sobre la falta de políticas públicas que resuelvan sus problemas diarios y la posibilidad de lograr un mejor futuro a mediano y largo plazo.
A pesar de la severa crisis de credibilidad y confianza en los partidos políticos, se reconoce a todas luces que siguen siendo los instrumentos para arribar al poder, es ahí donde estas organizaciones deben ser un detonante para generar un vínculo social con estos institutos políticos y de alguna forma incidir en ellos.
La Sociedad Civil y los partidos tienen un reto mayor en 2024. Sobre todo, los partidos deben fungir y dejar de fingir, ser realmente los instrumentos de los ciudadanos y buscar las respuestas a las causas e intereses sociales.
No podemos cambiar lo que ya pasó, pero sí podemos hacer mucho para cambiar lo que viene. Hoy más que nunca nuestra democracia vive momentos de gran tensión, pero no tengo la menor duda, seguirá avanzando y, lo sostengo, porque sigo aferrado a esa «brujería neoliberal» llamada pensamiento crítico. Por cierto a muchos políticos les causa resquemor, tal vez acostumbrados al “sí señor, no señor, lo que usted diga señor” que nada bueno nos trajo en el pasado y que de seguir así nada bueno depara para el futuro de México.
Es momento de impulsar y convivir en una verdadera socialdemocracia en donde todos nuestros puntos de vista tengan el mismo peso, insisto, en el respeto hacia el prójimo y su bagaje personal de vivencias.
Los ciudadanos de bien tenemos la capacidad de escuchar las opiniones de los demás, aunque no comulguemos con ellas; de proponer rutas que favorezcan a todas las partes, siempre en el respeto de la libertad de las personas y sus ideas por contrarias que sean a las nuestras. Tratando de que las coincidencias sean las que nos unan para una relación social en armonía y en la cultura de la paz.
