Las estanterías llenas de libros y una mesa en un sótano bajo las ajetreadas calles de Kabul se han convertido en un arma contra la opresión del régimen talibán, una biblioteca para las mujeres que no acuden a la escuela por el veto islamista.
Los cientos de libros que llenan la biblioteca viajaron de mano en mano de forma clandestina esquivando los controles del Gobierno de los talibanes que, tras su toma de poder hace un año, prohibieron la apertura de las escuelas secundarias para mujeres.