En un acontecimiento que ha captado la atención de científicos y ambientalistas, un iceberg del tamaño de Chicago ha emergido de la plataforma de hielo Jorge VI en la Antártida. Este desprendimiento, conocido como A-84, se suma a una serie de eventos similares que reflejan el impacto del cambio climático en una de las regiones más frías del planeta.
El fenómeno del desprendimiento de icebergs es parte del ciclo natural de las plataformas de hielo, sin embargo, el calentamiento global está acelerando este proceso. La combinación del aumento de temperaturas en el aire y en el agua, junto con la reducción del hielo marino protector, ha llevado al colapso de diversas plataformas a lo largo de la península Antártica.
Históricamente, la plataforma de hielo Jorge VI ha mostrado un retroceso gradual en su masa, una tendencia que se ha documentado desde la década de 1940 gracias a exploraciones y tecnologías de teledetección. A pesar de su ubicación entre la península Antártica y la isla Alexander, que le otorga cierta estabilidad, estudios recientes indican que la plataforma se ha ido debilitando, lo que podría convertirla en un objetivo más vulnerable para futuros desprendimientos.
El iceberg A-84, con dimensiones considerables, se mueve impulsado por la Corriente Circumpolar Antártica, un fenómeno que también ha afectado a otros grandes icebergs en el pasado, como el A-68, que se separó de la plataforma Larsen C en 2017 y recorrió más de 1,500 km en su primer año a la deriva. El movimiento del A-84 dependerá de diversos factores, entre ellos el viento, las corrientes oceánicas y las interacciones con otros bloques de hielo.
El calentamiento de los océanos es un elemento clave que contribuye a la aceleración de estos procesos. Según datos del Programa de Observación del Clima del Océano Austral, las temperaturas han aumentado en las aguas profundas que rodean la Antártida, lo que propicia el derretimiento de las plataformas de hielo desde su base, debilitándolas y facilitando la aparición de grietas como las que dieron origen al iceberg A-84.
Este evento no solo resalta la fragilidad del ecosistema antártico, sino que también sirve como un recordatorio urgente de la necesidad de abordar el cambio climático y sus repercusiones a nivel global.
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