Nagma rechazó las peticiones de matrimonio de un familiar y pagó su independencia con un chorro de ácido en la cara que la desfiguró, forzándola a cubrir sus cicatrices hasta que descubrió un café gestionado por supervivientes donde trabaja y que abre ahora su cuarto local en la India.
«Hubo un tiempo en el que creía que yo era la única niña en el mundo en haber sido atacada con ácido», explica a Efe, aprovechando un momento de calma en el café Sheroes Hangout en Noida, una localidad próxima a la capital, rodeada de clientes y otras jóvenes en su misma situación que afrontan el mundo a cara descubierta.