E.P. son las iniciales de una mujer a la que quisieron apagar. Una mexicana que sufrió maltrato psicológico, “ese tan difícil de demostrar”, y que sintió durante años que “eso” era “imposible” que le estuviera pasando a ella.
Ahora mira con gesto firme, pero prefiere no dar su nombre para protegerse de posibles represalias de su exmarido. Un español al que conoció en 2005, cuando vino estudiar un máster a Madrid, y quien durante once años la martilleó diariamente hasta hacerla diluirse en el miedo y la depresión.