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Peña y Manlio los compromisos con Malova

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Por: Felipe Guerrero Bojórquez

Nunca en Sinaloa el PRI había vivido un proceso preelectoral interno tan complicado, contradictorio en algunos casos y tan lleno de especulaciones. Basta con observar el número de aspirantes para entender que desde Los Pinos y el CEN del PRI, independientemente de que ya tengan al candidato, el resto, han sido alentados para darle movilidad mediática a un partido cuyas bases pasivas permanecen solo a la expectativa, esperando el nombre del ungido para “cerrar” filas. Por lo pronto cada quien le reza a su santito.

¿Por qué en Sinaloa, más que otros estados, el ambiente preelectoral priista se observa confuso y especulativo? Por una razón: Porque los que gobiernan son priistas que llegaron al poder derrotando a otros priistas. Y porque los que en el 2010 perdieron la elección quieren regresar sin reconocer que la administración de Malova le ha sido más útil al presidente Peña Nieto que ellos.

Algunos priistas se preguntan: ¿Por qué, por ejemplo, si Jesús Vizcarra Calderón tiene tanta influencia con el Presidente Peña Nieto no pudo no solo sostener a Jesús Aguilar Padilla como subsecretario de gobierno, sino incluso proponerlo para ocupar un posición en el CEN del PRI que al mismo tiempo le garantizara operación electoral, si es que piensa o pensaba ser el candidato a la gubernatura?

Con excepción de la corriente de Jesús Aguilar Padilla, base operativa de Jesús Vizcarra, el resto de los contendientes reconocen en la administración malovista a un aliado importante para que el PRI conserve el poder y para que alguno de ellos logre la candidatura. Tan es así que reconocen en Gerardo Vargas Landeros a un fuerte aspirante más de ese partido.

Pero si algunos no lo sabían, el propio Jesús Vizcarra, a petición del Secretario General de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, sostuvieron una reunión privada en donde el empresario de la carne le reiteró que, al menos en ese momento, no le interesaba la candidatura y que incluso si él, Vargas, era el elegido, contaría con su apoyo. ¿Podría Vizcarra sostener públicamente esta posición? Y la pregunta viene al caso porque, igualmente, se sabe que en su calidad de excandidato hace alrededor de quince días, ante Manlio Fabio Beltrones se comenta que solicitó veto a las aspiraciones de Aaron Irizar y las del propio Gerardo Vargas.

Por eso cuando hablamos de un proceso especulativo y contradictorio razones sobran para afirmarlo.

Otro ejemplo: En la pasada elección por la gubernatura en Sonora, si bien es cierto que el PAN como gobierno estaba sumamente cuestionado, no lo es menos que la candidata del PRI y de Manlio Fabio, Claudia Pavlovich, tenía los bonos muy abajo por su participación a favor de los responsables en la tragedia de la guardería ABC. Sin embargo, la ayuda del priismo malovista fue de gran apoyo para sacar adelante operativamente la contienda.

Por eso, cuando a Manlio Fabio Beltrones algunos le hablan de que los que actualmente gobiernan Sinaloa son traidores del PRI, solo se constriñe a escuchar y en su oportunidad explicar que siempre han estado al lado del presidente y del partido.

Por supuesto, no se trata aquí de afirmar si la administración malovista hace bien o mal, sino de exponer las circunstancias que mantienen en la confusión y en la especulación al priismo sinaloense.

Con todo respeto: ¿Es la misma para el Presidente Peña Nieto considerar la opinión de cualquier líder estatal priista y, en el caso de Manlio Fabio Beltrones, sentarse con la dirigente del PRI estatal, Martha Tamayo o con el gobernado Malova? Es una pregunta que quizá no viniera al caso si en realidad, políticamente, el ejecutivo estatal mantuviese una posición contraria a la del CEN priista.

Qué curioso, antes cuando una fracción del PRI perdió la gubernatura ese partido no tenía presidente. En cambio hoy, aún en el poder, los priistas que ganaron siguen teniendo presidente. Y siguen porque con Felipe Calderón fueron bien tratados, pero con Peña Nieto se sienten como en casa.

Hace unos días Mario López Valdez cenó con Manlio Fabio y no precisamente para hablar de los kilos que engordaron en diciembre, sino para analizar a fondo el escenario electoral, el perfil adecuado del candidato a la gubernatura y las posiciones diversas, sobre todo la composición de la próxima legislatura.

Y es que en el análisis y en los compromisos Peña Nieto ha consultado a los gobernadores priistas. En Chihuahua, aun cuando la Senadora Graciela Ortiz estaba en el ánimo de Peña, salió adelante Enrique Serrano, alcalde de Ciudad Juárez y delfín del gobernador César Duarte. Y en el caso de Durango el ungido fue Esteban Villegas, candidato del gobernador Jorge Herrera, aun cuando en Los Pinos sonaba fuerte el nombre de la Senadora Leticia Herrera.

Algunos dirán que Malova no es priista, pero su administración y su posición de frente a Peña Nieto y Manlio Fabio está más definida que muchos gobiernos del tricolor en otras entidades.

Finalmente el ejercicio del poder se reduce a compromisos, y está más que comprobado, pese a lo que en contrario se dice, que Peña Nieto y Manlio Fabio los tienen en Sinaloa, sobre todo en la estrategia de alianza electoral, con Mario López Valdez.

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