Por: Salvador Cosío Gaona
Nada los detiene. Los casi mil centroamericanos que el lunes pasado emprendieron una nueva travesía en su intento por llegar a los Estados Unidos de América del Norte, ya se ubican en suelo azteca. Dicen que no les interesa permanecer en México. Ellos van tras el sueño americano. No importa que ninguno de sus paisanos -que en octubre pasado salieron con el mismo objetivo- haya logrado asilo político o algún permiso para permanecer en territorio estadounidense. No se dan por vencidos, buscan escribir su propia historia.
Las caravanas de migrantes centroamericanos rumbo a Estados Unidos son una serie de éxodos iniciados en octubre de 2018 con el objetivo principal de ingresar a ese país en busca de mejores condiciones de vida. El primero de ellos fue iniciado por unos mil hondureños el 13 de octubre de 2018, quienes partieron de San Pedro Sula, Honduras, algunos con el objetivo de llegar a México para pedir asilo, y empujados por la pobreza y violencia en su país de origen. Le siguió una segunda caravana de casi mil hondureños, que partió de Esquipulas, Guatemala, el 21 de octubre; y otras tres caravanas conformadas por salvadoreños, que partieron desde El Salvador los días posteriores.
El lunes, alrededor de un millar de hondureños, divididos en dos grupos entre los que hay hombres, mujeres y niños, salieron desde la ciudad de San Pedro Sula, al norte de Honduras, con la idea de llegar a México y después a Estados Unidos.
Todos aducen que abandonan su país por razones de seguridad y la busca de mejores condiciones de vida.
La Policía de Guatemala había informado que interceptó un grupo de 62 hondureños en el departamento oriental de Chiquimula que había ingresado «sin el permiso respectivo» a territorio guatemalteco, por lo que fueron regresados a la frontera.
Señaló que otros 350 hondureños, entre ellos varios menores de edad, “rompieron el retén de la Policía Nacional” en Agua Caliente para ingresar a Guatemala de manera irregular y desde donde pretenden continuar su viaje a México y Estados Unidos.
23 menores hondureños no acompañados fueron remitidos a la Dirección de Niñez, Familia y Adolescencia (Dinaf) para su acompañamiento durante el retorno a sus lugares de origen.
Las autoridades hondureñas han extremado las medidas de control migratorio en Agua Caliente para evitar el paso de la caravana. La Policía hondureña instaló 54 puntos de control en las fronteras con Guatemala y El Salvador, con el fin de “velar por la seguridad” de la población, añade el informe del organismo de protección civil.
En Chiapas, este lunes, durante los trabajos de una mesa de seguridad realizada en Tapachula, determinaron atender el tema desde la perspectiva de seguridad, control migratorio, ayuda humanitaria, gobernabilidad y ámbito laboral.
Comentaron que integrantes de la caravana, que «en teoría van a llegar en los próximos días, ya traen como finalidad incorporarse a trabajos de los proyectos federales». El objetivo gubernamental es que haya un ingreso ordenado y controlado para proporcionarles ayuda humanitaria.
En San Diego, California, decenas de personas tomaron el viernes las calles de su ciudad para ejercer “presión” en solidaridad con inmigrantes de la caravana centroamericana que aún esperan en la frontera a que autoridades estadounidenses reciban sus solicitudes de asilo político.
En el primero de dos días de movilizaciones anunciadas, activistas y miembros de la comunidad iniciaron su marcha en las afueras del consulado mexicano para luego partir hacia las oficinas de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) y finalmente llegar a la sede local de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE).
Su objetivo es presionar a autoridades, tanto mexicanas como estadounidenses, para que respeten los derechos de quienes huyeron de su país por violencia y pobreza extrema, de acuerdo con los activistas.
A su vez, el gobernador de California, Gavin Newsom, aprobó un fondo para un programa de respuesta comunitaria que apoye a organizaciones no lucrativas en sus servicios a estos grupos de migrantes.
Los activistas se mostraron inconformes, tanto con la retórica de la Casa Blanca de que existe una “crisis de seguridad en la frontera”, como con la respuesta de agentes federales que en dos ocasiones han utilizado gases lacrimógenos en su intento por dispersar a inmigrantes que se aproximan al muro fronterizo.
En Los Ángeles, algunos grupos se han organizado para recaudar ayuda humanitaria a favor de los inmigrantes centroamericanos que buscan asilo en EEUU y se encuentran en albergues mexicanos.
El Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN), en Los Ángeles y otras organizaciones más a favor “del derecho al asilo y refugio”, se han reunido a través de la iniciativa “LA 4 Refugees”, con la que piden a la comunidad “dinero, alimentos, ropa, tiendas de campaña para apoyar los albergues que ayudan a inmigrantes”.
Mientras tanto, las autoridades hondureñas reiteraron el llamado a sus compatriotas a que no “pongan en riesgo su vida en la ruta migratoria”.
Habrá que dar seguimiento a estas nuevas caravanas migrantes, y observar si corren con mejor suerte, pues cono ya lo mencionaba, hasta hoy ninguno de los miles de migrantes que en octubre pasado emprendieron viajes en caravanas para llegar a Estados Unidos ha logrado que se le conceda asilo político o permiso para permanecer en ese territorio de forma legal.
También es prudente mencionar que en esta travesía, al menos once hondureños de esas primeras caravanas murieron en su intento por llegar a territorio estadounidense.
Donald Trump no los quiere. Los mexicanos de este lado de la frontera, particularmente en Tijuana, tampoco. En San Diego hay movilizaciones en su favor y en Los Ángeles, California, reúnen fondos para apoyarlos. Pero la nueva caravana de migrantes centroamericanos desestima cualquier pronunciamiento a su favor o en contra. Si están de su lado bien, y sino les tiene sin cuidado. Se dirigen a Estados Unidos pero algunos tienen un plan B, permanecer en México para trabajar en los próximos proyectos gubernamentales.
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