Aunque dejó sus trazos de poeta del fútbol en Barcelona, Nápoles y otros lares, fue en México donde los girasoles de belleza de Diego Armando Maradona florecieron con más salud, en sus obras de arte en la Copa Mundial de 1986.
Ahora que abandonó su cuerpo y es llorado por millones de sus incondicionales, la impronta de Diego en los campos mexicanos se engrandece, sobre todo con el recuerdo del segundo gol del artista del juego ante Inglaterra, el 22 de junio en los cuartos de final.