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Libertad

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Por: Dip. Verónica B. Juárez Piña

Vicecoordinadora del GP-PRD en la Cámara de Diputados

Una democracia se aleja de un sistema autoritario en muchas dimensiones, pero sobre todo en una: la protección de las libertades. En un sistema autoritario, las libertades son concesiones del Gobierno a la ciudadanía. En una democracia, la libertad es natural y el Estado sólo puede intervenir, y limitarla, si justifica un bien público mayor. Así, el Estado debe justificar las prohibiciones y no las libertades. En el PRD, consideramos que las próximas décadas deben ser las de la pugna por las libertades y la democracia en el México contemporáneo.

Vivimos en un país que sospecha de las libertades. Nos movemos entre prohibiciones por doquier. El régimen autoritario logró meter en la cabeza de mucha gente la idea de que si ampliamos libertades automáticamente caminamos hacia la anarquía. Una sociedad que tolera que las cosas se hagan a escondidas, pero que no quiere que visibilicemos los problemas y los enfrentemos con toda la fortaleza del estado de derecho. Eso sucede con las drogas: sabemos que están ahí, que los menores de edad pueden acceder a ellas más fácil que comprar una cerveza y aún así mucha gente se opone a regular.

Las y los perredistas consideramos que estamos en una coyuntura muy particular y propicia para avanzar en esta agenda. Para impulsar una serie de cambios que dejen de criminalizar a los consumidores y asuman el mercado de drogas como un problema de salud pública y no de policías, cárceles y represión. El prohibicionismo, impuesto desde los Estados Unidos, nos ha llevado a la locura de gastar miles de millones de pesos en detener el tráfico de drogas hacia un país que avanza rápidamente en la regulación del consumo. No deja de ser paradójico que en México pongamos los muertos mientras en Estados Unidos consumen con total protección legal.

Nuestra propuesta es integral. Parte del reconocimiento del problema y sabemos que el consumo de drogas es nocivo bajo cualquier óptica. De la misma forma en que apostamos por la regulación, también introducimos múltiples esquemas de prevención que nos ayudan a advertir, desde tempranas edades, los riesgos del consumo. Consideramos que a través de una eficaz regulación, lograremos una reducción del consumo en los próximo 20 años, despresurizaremos las prisiones de este país, recuperaremos a miles y miles de jóvenes, consumidores y pequeños traficantes, y lograremos reducir el poder armamentístico y económico de los cárteles. Es una apuesta a mediano y largo plazo, que me parece más sensata y racional que la locura prohibicionista.

México no puede repetir las fórmulas fracasadas del pasado. El prohibicionismo nos deja dolor, tragedia, derroche y violencia. La propuesta que presentamos, y que discutiremos ampliamente en el Congreso, pretende ser un nuevo paradigma en la lucha contra la violencia y un modelo de recuperación de nuestros jóvenes involucrados, por necesidad, en el crimen organizado. Nosotros no creemos en amnistías, sino en leyes que supongan derechos. Ésta será nuestra propuesta para cambiar la realidad violenta que vive México y buscaremos construir una mayoría que la respalde en el Congreso.

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