Las imágenes de dos periodistas afganos torturados por los talibanes por cubrir una protesta han disparado las alarmas en Afganistán, que desde que cayó en manos islamistas el pasado 15 de agosto ha visto cómo se multiplicaban las detenciones y ataques a reporteros, amenazando la frágil libertad de prensa.
Detenidos, torturados, castigados a latigazos, o enviados con huesos rotos al hospital, la situación de la prensa bajo el nuevo régimen talibán comienza a revelar el peligroso futuro hacia el que avanza el país, pese a las promesas de cambio de los islamistas.