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La cárcel en Noruega en la que los presos viven mejor que en su propia casa

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BASTOY ISLAND, HORTEN, NORWAY - APRIL 11: An inmate which gave the fake name of Niels, 36-years-old sentenced to sixtheen years and a half for murder and narcotics related crime is seen sun bathing in front of the wooden cottage where he lives in Bastoy Prison on April 11, 2011 in Bastoy Island, Horten, Norway. Bastoy Prison is a minimum security prison located on Bastoy Island, Norway, about 75 kilometers (46 mi) south of Oslo. The facility is located on a 2.6 square kilometer (1 sq mi) island and hosts 115 inmates. Arne Kvernvik Nilsen, governor of the prison, leads a staff of about 70 prison employees. Of this staff, only five employees remain on the island overnight. Once a prison colony for young boys, the facility now is trying to become "the first eco-human prison in the world." Inmates are housed in wooden cottages and work the prison farm. During their free time, inmates have access to horseback riding, fishing, tennis, and cross-country skiing. (Photo by Marco Di Lauro/Reportage by Getty Images)

Nada en la isla de Bastoy (Noruega) hace presuponer que se trata de una cárcel en la que conviven asesinos y violadores. Más bien parece un lugar de vacaciones de dos kilómetros cuadrados donde tomar un descanso y estar en contacto permanente con la naturaleza. Pero es que en el país noruego las cosas funcionan de otra manera.

Allí los presos, toman el sol, montan en bicicleta y se ocupan del cuidado de plantas y animales como vacas, caballos y aves. Los 115 inquilinos de la isla deben cumplir una serie de condiciones para ingresar en Bastoy; la primera y principal es que esté cerca el fin de su condena y la segunda es que demuestren que están trabajando duro para lograr la reinserción.

Esta cárcel es como una especie de lugar de entrenamiento antes de volver a la vida normal y por eso su día a día es bastante parecido a como sería en el resto del país, ya completamente libres. Comparten alojamiento en pintorescas cabañas de madera y tienen una serie de ventajas que hacen que cualquier preso del mundo tenga envidia.

Pueden estudiar, llamar a sus familias desde cabinas telefónicas y recibir visitas a solas. Incluso cobran un pequeño salario por su trabajo (8 euros al día y 24 euros los fines de semana). Por eso a nadie le sorprende que haya lista de espera para poder entrar en esta prisión, ya que ofrece mejores condiciones que muchos lugares del exterior.

Y el éxito está asegurado. El objetivo de las autoridades noruegas es que estas personas se reincorporen a la sociedad y no vuelvan a reincidir y los datos apoyan este tipo de decisiones. En Noruega, la tasa de reincidentes es del 16%, con el 84% de las personas que han estado en la cárcel sin volver a cometer un delito, mientras que el resto de Europa se queda bastante lejos de estos logros. La máxima es rehabilitación por encima de castigo.

“Es muy simple. Trata a las personas como basura y serán basura. Trátalos como seres humanos y serán seres humanos”, asegura el director de la prisión, Tom Eberhardt.

Por eso las diferencias con otras cárceles son más que evidentes: ni torturas, ni privación de las libertades, ni celdas pequeñas ni nada por el estilo. Simplemente un sistema eficaz centrado en que el individuo se dé cuenta que puede volver a tener una nueva oportunidad en la sociedad sin rencores ni venganzas. Y funciona.

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