A medida que el mundo se calienta por la crisis climática, la atmósfera contiene más vapor de agua, lo que aumenta el riesgo de fuertes precipitaciones en algunas partes del mundo.
Al menos 14 personas han muerto en las lluvias torrenciales que sacudieron en los últimos días Turquía, Bulgaria y Grecia, recién salida de una ola devastadora de incendios. El reciente período de calor extremo ha dejado paso a fuertes tormentas, que convirtieron las calles del noroeste de Turquía en ríos y azotaron a Grecia con aguaceros sin precedentes, mientras el país se recupera de semanas de incendios forestales.
En Turquía, el último balance es de siete muertos, dos de ellos en Estambul. Una persona sigue desaparecida en la provincia de Kirklareli, en el noroeste del país. El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, informó de 31 heridos, ocho de ellos aún hospitalizados en Estambul. En la ciudad más grande de Turquía, las lluvias llegan tras un verano particularmente seco en el que los embalses de agua de la ciudad de 16 millones de habitantes cayeron a su nivel más bajo en nueve años.
En la vecina Bulgaria al menos cuatro personas murieron el martes en la costa del mar Negro: un obrero de 61 años, un hombre de 51, y dos mujeres, una magistrada de 54 años y su hija de 30, sorprendidas por la crecida de un río mientras cruzaban un puente con su coche. Según el jefe del departamento de bomberos, Alexandar Dzhartov, en 24 horas cayó el equivalente de varios meses de lluvia, en lo que fueron las precipitaciones más intensas en la zona desde 1994.