Expertos tienen opiniones divididas sobre los recientes casos de alerta que ha puesto Estados Unidos a los productos agrícolas mexicanos. Mientras unos creen que la salubridad es una tarea pendiente en el país, otros ven falta de objetividad en dichas alertas.
La semana anterior la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) acusó que pepinos importados de México eran los causantes de recientes casos de salmonela.
Luego de un rastreo las autoridades dieron con la compañía Andrew & Williamson Fresh que tiene sede en San Diego, California.
Ésta empezó a retirar del mercado pepinos producidos en Baja California que han enfermado desde el 3 de julio, según la Agencia Federal, a 285 personas, y causado probablemente la muerte de una mujer de 99 años.
“Hace falta un sistema nacional que fiscalice esos procesos, porque la gran mayoría de las verduras que se consumen en el D.F. son de riego de cañería. Entre ellas el cilantro, no es precisamente una producción muy higiénica”, dice Mateo Mier y Terán Giménez Cacho, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).
Y es justo el cilantro el otro producto recientemente señalado por la FDA, pues a finales de julio la Agencia Federal acusó que el cilantro producido en Puebla contenía cyclospora cayetanensis, un parásito que provoca diarrea.
“La FDA cree que es extremadamente poco común que estos brotes de cyclospora se deban a eventos de contaminación aislados, debido a su naturaleza recurrente, ambos [brotes] ocurrieron en la mima temporada, típicamente entre abril y agosto, de cada año [en referencia a contaminaciones en 2013 y 2014]”, citó la dependencia estadounidense en una misiva hecha el 31 de agosto.
Entre el 2013 y el 2015, FDA, junto al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) inspeccionó 11 granjas y sitios de empaquetamiento en Puebla, y encontró que cinco estaban ligados al cyclospora de los Estados Unidos.
El investigador recordó que han sido extendidos los problemas de riego contaminado de fresas en Michoacán, las cuales representan el 52 por ciento del abasto nacional, y que hasta el 2012 aún se realizaban esfuerzos junto con académicos para hacer tratamientos de agua efectivos.
“Y esto tiene que ver con la producción de monocultivos en vez de tener producciones a escalas un poco menores, donde hay un poco más de higiene y control, se tienen grandes producciones para abaratar costos, y en parte es consecuencia de este proceso, que abarata los costos con grandes producciones”, dijo Mier.
MEDIDAS DISCRECIONALES
Por otra parte, el director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (Anec), Víctor Suárez Carrera, explica en entrevista que estas medidas de alerta sobre el pepino mexicano en el vecino país son discrecionales y no necesariamente obedecen a temas de sanidad comprobada.
“Estamos hablando de medidas proteccionistas de Estados Unidos y acciones de los comercializadores estadounidenses en contra de la producción nacional, es muy usual que EU aduzca problemas fitosanitarios para reducir las importaciones de México. En este caso no creo que se hayan roto los protocolos de inocuidad alimentaria, todos los productos se inspeccionan en origen. Hay certificadores habilitados por el propio Departamento de Agricultura de los Estados Unidos”, dice.
Sin embargo, el director de Anec hizo hincapié en que sí hay prácticas productivas que ponen en riesgo la salud de los mexicanos, como lo es el uso de plaguicidas, que no han sido regulados por el Gobierno.
De acuerdo con la organización ambiental Greenpeace, el uso de plaguicidas en México es de 3 mil 307 toneladas por cada mil hectáreas, y es el glifosato, una sustancia catalogada en marzo como posiblemente cancerígena por la Organización Mundial de la Salud, un agrotóxico de uso extendido bajo los nombres de Round Up o Faena.
“Es urgente que México prohíba la utilización de glifosato ya en la agricultura y que la Secretaría de salud y la Cofepris actúen de manera inmediata, ya que la salud pública debe estar por encima de los intereses de Monsato, porque es el principal herbicida que se consume en México”, dijo.
Por ahora, el catálogo oficial de plaguicidas de la Secretaría de Salud maneja dos categorías de efectos a la salud por exposición al glifosato: aguda y crónica. En la primera específica “ligero irritante dérmico y oral. Severo irritante de los ojos” y, en la segunda, se limita a informar que “no se han encontrado efectos en los estudios realizados en animales”.
FUENTE SIN EMBARGO